Los medios nos traen la noticia de que un tornado provocó muertos al abatirse sobre Pozo del Tigre, en la provincia de Formosa. Triste suceso, que como suele suceder, perjudicó especialmente a excluidos, pobres y débiles.
Los tornados son cada vez más frecuentes, sobre todo desde que se han vuelto tópico cinematográfico. Hasta no hace mucho, sólo eran un fenómeno meteorológico habitual en Arizona, así como los maremotos (que todavía no se llamaban tsunami) se producían a veces en el Caribe.
Todo puede ser convertido en mercancía, incluso las desgracias.
Una noche de la década de los 90', en un lugar de Córdoba, de cuyo nombre no quiero acordarme, (donde) no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, también sucedió –o casi- un tornado que no tuvo prensa y por eso aquí lo hago público, para promover el turismo.
No nos sorprendió en la Fiesta de la Cerveza: quien esto escribe había decidido, con la que entonces era su mujer, y con sus hijos a cuesta, huir de la modernización y el progreso menemistas radicándose allí, lejos del mundo.
El proyecto consistía, si es que hay proyectos, en intentar una vida natural. Una utopía russoniana que reemplazara anteriores utopías.
A esto se lo ha llamado, sin precisiones, “vida alternativa”. Lejos estábamos entonces de saber que en ese lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, antes que nosotros, varios cientos o miles de excéntricos también se habían radicado buscando una vida natural y alternativa. En efecto, aquello no era una utopía (lugar que no existe), ni siquiera una Utopía con mayúscula: era el reino de lo alternativo.
Todo lo era.
Había dentistas alternativos que curaban caries con yuyos, psicólogos alternativos, religiones alternativas (incluyendo viejos nazis reciclados que protegían, como temblequeantes caballeros templarios el Santo Grial en custodia bajo el Uritorco), medicinas alternativas (la única enfermedad curable era la pata de cabra)...
Lo cual, por el sentido común dominante en el lugar, tenía múltiples derivaciones: sexos y parejas alternativas, comidas alternativas, enfermedades alternativas (como el stress serrano), consumo alternativo...
Eso sí, casi todos los habitantes eran artesanos, o -cuando no- curas. Médicos, psicólogos, ingenieros, contadores, y otros seres con profesiones más que sospechosas, exhibían con orgullo sus cerámicas, joyas, muñequitos de lana, medallas. Y lo de las profesiones sospechosas no es una exageración: la líder del movimiento ecologista local era una ex-oficial de Coordinación Federal, lo juro.
Una verdadera felicidad.
Frente a mi casa (donde yo practicaba con decisión militante la horticultura alternativa) vivía un bombero con su familia; los Cerrudo. Cuando entró en escena el tornado.
Aquella no fue una noche común.
Cabe esperar sorpresas en un lugar donde habitualmente hiela de noche (incluso en verano, enero es el único mes libre de heladas) y al mediodía el sol derrite todo.
El cielo se había vuelto violeta, y se extendía una rara quietud. Las cotorras, esas asesinas exóticas que solían abalanzarse sobre nuestras frutillas alternativas, estaban silenciosas. El aire, irrespirable, estaba electrizado.
Fue cuando los Cerrudo, solidarios, decidieron avisar que venía un tornado desde el sur, propiamente desde el cerro Pelado.
El señor Cerrudo, bombero, salió a dar la voz de alarma hacia el sur del pueblo, más peligroso porque por allí llegaría el meteoro, la precipitación pluvial, el fenómeno de la naturaleza.
La señora Cerrudo, de profesión esposa, comenzó a recorrer las casas situadas más al norte.
Había que prepararse. Serían las 2 de la mañana: nadie había podido pegar un ojo porque en el pueblo no suceden cosas notables todos los días.
En las situaciones de crisis, las parejas deben comunicarse. Aunque mas no fuera, tener una comunicación alternativa.
El señor Cerrudo había sido adiestrado para afrontar situaciones de catástrofe, como los tornados y las tomas de rehenes. Me lo comentó una vez, mientras se apoyaba, orgulloso, en la morguera de acero inoxidable que, montada sobre un camión rojo, había adquirido la intendencia con un adelanto transitorio, ateene, otorgado por Corach en persona.
“Menem me llamó y les manda un saludo afectuoso, un gesto de amor”, había dicho el intendente en el acto de entrega de la morguera.
Mentira, estaba en ese momento recorriendo EEUU.
Dando fuertes voces, el bombero Cerrudo avisaba:
- ¡Abran puertas y ventanas, guarden todo lo que pueda volar, pongansé bajo las mesas!
Como los pueblos y las aguas, a los tornados nadie los puede parar. Si alguien lo intenta, hacen más presión. Y si se les pone un dique, una puerta o una ventana, al final pasan, siempre pasan. Por arriba, siendo aguas o pueblos, o por cualquier lado en su condición de vientos, como sucedió con la pollera de Paula en la cancha de Boca.
Era un consejo peronista el del bombero Cerrudo.
Entretanto, la señora Cerrudo, con un ataque nervioso, gritaba:
- ¡Cierren todo, cierren todo!
Pasaron varias horas. Bajo la mesa, nos bajamos una pava de mate. No pasó nada.
Al amanecer, las puertas y ventanas situadas al sur seguían abiertas. Al norte, todo estaba cerrado a cal y canto por lo que no puedo relatar qué sucedió en la intimidad, adentro, en los lugares.
El tornado pasó, pasó, a muchos metros de altura. Algunos dicen que a mil, donde no hay que abrir ni cerrar nada.
8 comentarios:
una delicia querido amigo. Me recordó a otro texto delicioso, que cayó en mis manos, (o mejor dicho, en el monitor de mi compu) cuando aún vivía en Madrid, dónde podría decirse que había ido buscando una vida alternativa (y durante 26 años nunca encontré, por cierto), etc etc... El texto es de Sergio Kiernan, "el encanto de las tormentas"; de hecho, el buscárselo me permitió leerlo una vez más...
http://www.pagina12.com.ar/diario/placer/16-1980-2002-02-18.html
Gracias. Después de escribir varios miles de caracteres sobre la experiencia (que presenté sin suerte en un premio Clarín de Novela) cayó en mis manos un texto de Cesar Aira, "Embalse"... Lo recomiendo, es muy loco.
Hermoso relato, de perfecta sencillez, agradable y pintoresco, pero salpicado con gotas de sabor amargo ... Sin embargo, cuando lo leo intuyo que algo está incompleto, y como lectora exigente (aunque superficial) le pregunto JD ¿ Y la aneda? Haciendo un racconto, le digo, lo del bombero Cerrudo está completísimo, lo de la vida alternativa, lo de los personajes que se animaban a vivir si se quiere excéntricamente o de modo bohemio.. pero lo central, que tiene que ver con el título de la entrada: “ lo del tornado y las relaciones de pareja” algo está incompleto o me parece a mí? No creo que las relaciones de pareja se refirieran tan sólo a Cerrudo.. Se menciona la comunicación... y un símbolo una pava de mate vacía. La curiosidad que es humana y no propia de un género me lleva a preguntarle: Tal vez porque “no quiso acordarse” se omitieron los sentimientos compartidos, la comunicación especial y los miedos en la pareja que origina el atravesar por una situación límite?
Alguna vez un buen redactor de títulos. Debo jubilarme
En aquellas épocas el peronismo no más que un peronismo alternativo (neoliberalismo vintage), pero me hubiera gustado probar frutillas alternativas caseras. Una vez, por los 90, me fui a un lugar mucho más cercano que Córdoba, a hacer una vida alternativa con un hombre que más vale alternarlo con algunos vasos de vodka para sobrevivir... Al final, el lugar que una cree que es su lugar en el mundo, nada más es el espacio que vamos eligiendo, alternativamente.
Me gustó mucho.
Que loco (lo de la pareja Cerrudo, cerrar/abrir) y qué bueno tu relato... felicitaciones, realmente un placer.
Y me llevó a mí a otro tornado. Estaba con mi ex esposo en Necochea, y una noche, comienza a soplar fuerte el viento. Estábamos en un departamento, era de noche.
Yo quise salir al balcón a recoger unas prendas; miré hacia la derecha, y ví venir como una cosa cuadrada marrón gigante que iba tapándome la vista de las cosas a medida que avanzaba... como no la comprendí, no reaccioné, y quedé medio helada. Era el tornado. Mi ex, mientras, bajó la persiana "para protegerse". Alcancé a colarme por abajo. Adentro, mis dos hijos, uno de meses, el otro tendría casi 3 años.
Terminamos los 4 en el baño, puerta cerrada, dentro de la bañera, mientras yo puteaba sin parar.
Nunca me quedó claro si tuvo tanto miedo, o me quiso dejar en el tornado.
(te aclaro que el tornado a una Ducato la movió 2 cuadras, y amontonó autos contra la costanera, además de levantar techos, etc.)
Me consta: los tornados ponen en crisis las relaciones de pareja.
:p
Es cierto, uno creyó que eran Las Vacaciones del fin del mundo de Bradbury, o La Costa Mosquito de Weir, o El Desierto de los Tártaros de no recuerdo quién, o Pan Amor y Fantasía, o La Tierra Prometida, y terminó siendo Un Lugar en el Mundo.
La conclusión lógica del señor Cerrudo, bombero, sería que los tornados nunca se equivocan. Vox tornatus, vox Dei
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