martes, 16 de noviembre de 2010

Del empréstito Baring al Club de París: aislados del mundo



Dos razones principales explican por qué los gobiernos de Alemania, Francia, Suiza, Estados Unidos y otros, aceptaron que Argentina no pasara por el monitoreo previo del FMI para arreglar con el autodenominado Club de París:
1. El sistema monetario mundial de 2010 ya no es el de postguerra.
2. La Argentina vuelve a demostrar que una política autónoma realista es posible sin caerse del mundo ni ser señalado como parte del Eje del Mal. En este sentido, cuando los grupos concentrados sostienen, eufemísticamente, que "estamos aislados", es porque aspiran a retomar las relaciones carnales en todas sus variantes, reiniciado el ciclo del endeudamiento externo. Eso pretende, por ejemplo, el seudoproyecto de presupuesto dibujado por el baronet Alfonso de Prat-Gay.
¡Bien por Cristina!

No existe, ni en París ni en ninguna otra parte, una oficina, institución, edificio, lugar de recreación  nocturna de caballeros aburridos, espacio deportivo o refugio de espías retirados que se denomine "Club  de París", y por eso conviene mencionarlo entrecomillado.
En 1956, a fin de apuntalar el proceso de desperonización implementado por la Revolución Libertadora, los gobiernos de diecinueve países centrales acordaron otorgar eventuales facilidades financieras a cambio de liberar los controles a la repatriación de capitales golondrina, pago de royalties y ganancias, y a cambio de ello, todos lubricarían el ingreso de Argentina al Fondo Monetario Internacional.
Los izquierdistas marcianos locales suelen olvidar que hasta 1956, Argentina estaba aislada -por decisión de Perón- del sistema de compensaciones monetarias creado en Bretton Woods luego de la guerra, y que lejos de ser una estructura neutral, aseguraba el control económico mundial por parte de la potencia hegemónica.

Vale la pena recordar que aunque el sistema fue creado a iniciativa de Lord Keynes, el FMI real no beneficiaba tanto a Londres, como el denostado John Maynard pretendía, sino a EEUU. En efecto, tras la conferencia de Bretton Woods, Keynes se alejó y no volvió a la función pública.


La deuda del "Club de París" tiene similitud con el famoso empréstito de la Baring Bross que contrajo en 1824 Bernardino Rivadavia, el hombre que se adelantó a su época, hipotecando tierras públicas como garantía: el gobierno argentino sólo recibió un tercio, un tercio de la deuda contraída. Entre los negociadores de Rivadavia se encontraba un tal Pinedo. Se terminó de pagar en el siglo XX, y lo abonado en libras esterlinas fue equivalente a veinte veces lo realmente entregado, que por otra parte, pasó como asiento contable por el tesoro del gobierno y el efectivo, las libras contantes y sonantes, fueron a parar a los bolsillos de los intermediarios Robertson, Riglos, etc.

A eso se llamaba entonces "no estar aislados del mundo".

2 comentarios:

Javier dijo...

Esta muy bien cerrar esto , pero para la economia real esto pone mas exigencias de como frenar el aluvion de dolares hacia nuestra ecnomia , que pasa si encima luego no declaran investment grade ? XComo hacemos para no perder competitividad con el tipo de cambio y con la amenaza latente de la devaluacion brasilera que se vienemas lento o mas rapido pero el real a 1,70 con Dilma no se sostiene y nos obliga a nosotros a subir la vara

Un abrazo

Ricardo dijo...

Los que quieren que "¡ay!, dejemos de estar aislados del mundo" no pueden decir que lo que pretenden es que Argentina vuelva a estar sujeta a los condicionamientos económicos y sociales de los países centrales y, fundamentalmente, EE.UU.

Lamentablemente están "mirando" hacia un mundo que ya no existe como ellos lo conocían (o creían conocerlo).

Responden a intereses foráneos, bah.

Saludos.

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