domingo, 20 de noviembre de 2011

La cuestión de la burguesía dentro del kirchnerismo (3)




La discusión sobre la eventual existencia de una “burguesía nacional” dentro del peronismo remite al significado original: el sector social que hegemoniza una etapa de la construcción de la nación, y por eso intenté explicar la inconsistencia de quedar pegados en ese origen, ya que el peronismo no es un “laborismo”, un partido de los trabajadores, pero tampoco un movimiento con hegemonía burguesa.
El encuentro que constituye el kirchnerismo incluye un sector de clases medias progresistas no-peronistas que a mi entender pretenden hegemonizarlo, y en esa lucha plantean enseñar qué es el peronismo y decidir quienes están del lado bueno y quiénes no, o qué sector del peronismo es bueno o malo. En ese contexto, creo yo, se inscribe la idea de esconder a Moyano o a D’Elía, y no meramente en la circunstancia eventual de que en una elección es preferible no asustar al enano gorila que sobrevive en los sectores medios porque ha sido alimentado por décadas.
Esa visión infantil sobre el peronismo histórico tiene, porque son adultos quienes la ejercitan, una determinadas consecuencias sobre el presente. Una de esas consecuencias es, por ejemplo, dividir el sindicalismo de hoy en MALOS (los sindicatos que se reconocen como peronistas) y BUENOS (las pocas manifestaciones izquierdistas no-peronistas que se aglutinan alrededor de la idea de “muerte a las burocracias sindicales”). Resulta que esos sindicatos MALOS no solo son mayoritarios (porque son para sus bases más confiables en términos de “realidades efectivas”), sino que forman parte del dispositivo que permite al kirchnerismo lograr los éxitos que ha logrado en el sentido que nosotros apoyamos decididamente.
En este sentido, esos “poderosos” sindicatos (la adjetivación suele denotar peligro, rechazo, etc., en términos de uno u otro) son además el colectivo mejor organizado al momento, y el que mejor puede hacer frente a un eje, un centro de significación del kirchnerismo, que es la distribución de la riqueza. En efecto, si el kirchnerismo no resuelve problemas en este sentido, si no avanza en este sentido, perderá significación y pasará a formar parte de las frustraciones de los argentinos.
Este intento de significar quiénes son los buenos y quiénes no se aprecia en el famoso libro de Sandra Russo “La Presidenta”, y en varias de sus opiniones.
No es porque ella lo afirme que el kirchnerismo se convertirá en “algo superador del peronismo”, del mismo modo que desbarra lamentablemente cuando denomina “blindaje” a esta política económica que nos mantendrá más o menos a salvo de la crisis financiera internacional, toda vez que en la historia argentina reciente ese término (blindaje) no refiere al acero que se necesita para impedir que un proyectil perfore un equipo sino al blindaje decidido por De la Rúa-Cavallo y lamentablemente explicado por el lamentable Lopérfido, que consistió en todo lo contrario de lo que se hace ahora, y cuyas consecuencias estamos pagando.
Leyendo con mi pareja “La Presidenta”, no me pude dormir por algunas ideas subyacentes al relato, como por ejemplo, un total sentido acrítico de lo que era Montoneros (lo que lleva a explicar muy mal por qué Kirchner se aleja de la M) en 1973/74, y una deplorable interpretación de la cuestión López Rega. Lo que me llevaba a preguntarme si no será hora, también, de comenzar a analizar qué significó el menemismo más allá de los términos traición, bueno, malo, etc., ya que no nació por generación espontánea.
¿Será que todos necesitamos ver la realidad en blanco y negro? En los términos de Sandra Russo, los Montoneros eran  buenos y López Rega era malo. Ahora bien, no se pregunta si era correcto que esa organización no solo le cuestionara el liderazgo a Perón sino que además pretendía explicarle a Perón que era el peronismo, del mismo modo que hoy Sandra Russo.
Por eso se fue Néstor Kirchner, no de los Montoneros, sino de la amplia corriente juvenil que esa orga expresaba.
Fui, como tantos otros que habíamos decidido dejar las armas luego del regreso de Perón a la Argentina, un blanco móvil para los esbirros de la represión posterior a la caída de Cámpora, de modo que mi opinión puede ser correcta o no, pero tiene un fundamento distinto al de la lectura de fascículos de historia editados por el Centro E. de América Latina. Luego de esta primera decisión, advertimos que la lucha era ahora al interior del peronismo, y como esa lucha se decidía con las armas, aquello fue puramente teórico porque se hizo necesario defenderse, no solo de los logrado en la lucha territorial sino por pura supervivencia.
Sandra Russo, sin embargo, le hace decir a Cristina (si mal no recuerdo) que la pareja estaba preocupada por la creciente militarización de la política. Nunca la lucha política estuvo más militarizada que en el período 69/73. Por otra parte, y dejando bien pero bien en claro que López Rega era un personaje monstruoso, desequilibrado y nefasto, no me parece hoy irrazonable que se le hayan acercado unos centenares de suboficiales retirados que, exonerados de las FFAA permanecieron leales a su líder luego de 1955, no importa lo limitados que fueran en comprensión política, y que también la aparición del Brujo les haya venido bien a ciertos sindicalistas que veían en peligro su conducción gremial, y por tanto, que encontraron en él un aliado. Perón simulaba conducir todo el movimiento.
Quien esto escribe recuerda, en los años de la dictadura de Onganía, a un conocido oficial del Ejército retirado por su adhesión al peronismo y por haber participado en el frustrado levantamiento de 1956, que conseguía trabajo a los hijos de viejas compañeras peronistas cuando estas pasaban un mal momento económico. ¿Y dónde entraban a trabajar gracias a la tarjetita firmada por el citado oficial como carta de presentación? No a un almacén, o un taller mecánico, sino al Servicio de Inteligencia del Ejército (de la dictadura que mantenía proscripto al peronismo) que vigilaba a las viejas compañeras peronistas que pasaban un mal momento económico. Y a nosotros.
Desde nuestra perspectiva, no podíamos concebir un peor destino laboral. Sin embargo, es seguro que la pobreza o el desarraigo o el hambre hayan pesado más, para sus beneficiarios, que nuestras cosmovisiones políticas. Sin embargo, el general en cuestión pasó a la historia en blanco y negro como héroe de junio del 56 y no como proveedor de sospechosos empleos entre los espías del Ejército.
El peronismo tiene estos claroscuros, muchos otros y decididamente peores, porque atraviesa a toda la sociedad real y no acepta reconocimiento previo por una ideología, que es el modo de identificación u homogeneización que necesita Sandra Russo para entender el mundo, lo que dice mucho (todo) sobre su condición social.
¿En este orden, es Malo haber pertenecido a la Juventud Sindical (léase Moyano)? Moyano (o D’Elía) es impresentable pero De Mendiguren es sólo un empresario que en la actualidad coexiste con el gobierno.   
En el kirchnerismo confluyen sectores políticos peronistas y no-peronistas, pero también anti-peronistas. La alianza con la CGT es estratégica e insustituible. Sin la inclusión del sector del trabajo organizado, ¿quién va a defender los avances logrados? ¿Los blogueros? ¿678? ¿Eduardo Anguita?
En esta lucha por la hegemonía y las significaciones, se toma al peronismo como un partido cuando no lo fue ni lo es. Algunos sectores, los chapulines, quieren explicarnos qué es el peronismo y usan su propio peronómetro, indicándonos qué es (o fue) bueno o malo.
¿El triunfo de Montoneros y el ERP nos hubiera llevado a la patria socialista en lugar de soportar siete años de dictadura feroz, unas décadas de neoliberalismo y el 2001? El más elemental sentido común indica que no, no de ninguna manera. Luego, ¿por qué pretenden hegemonizar hoy una etapa mucho más rica en matices que los que aporta una visión infantil de la realidad?
(Continuará)

6 comentarios:

delia dijo...

excelente ,es asi, pero yo creo que hay que incluirlos como hasta ahora sin perder nuestra esencia peronista, yo que he ido a las marchas de 6,7,8 por ej. tuve que oir que ,yo no soy peronsita soy kirchnerista, todo bien, incluyamos mas y mas, y sigamos haciendo peronismo puro.sdos compañero

polifemosolo dijo...

Muy bueno compañero. Empece por este y ahora sigo por los otros articulos.Un placer leerlo.

Daniel dijo...

Tan rica en matices que a veces me rompo la cabeza tratando de entenderla.
Yo que era un errático tenía a mi lado a mi amigo Carlitos, peronista al 100% y la verdad que nunca lo cuestioné.
Es decir; para entender los setenta me tengo que poner en situación, siempre me pasa. Desde donde yo veía las cosas y procuraba asimilarlas?.

Osvaldo Drozd dijo...

Compañero, en líneas generales comparto la idea general que exponés pero creo que lo que no vale es cierta generalización, por ejemplo poner blanco contra negro hoy no es asimilable a lo que sucedía en los setenta. En el 74 por ejemplo cuando como bien decís Néstor y Cristina se alejan de la JP, creo que fue acertado ya que sin dudas el “acelerador y la metra” nos llevaban a la derrota inexorable tal como fue, pero el peronismo es un fenómeno social único, y comparto que no un partido, que cuando se origina con la convergencia de Perón y de la columna vertebral que ahí fue el laborismo, lo más claro es que siempre fue un movimiento heterogéneo pero donde prima el equilibrio de fuerzas, el 50 y 50 indudablemente no fue una conciliación sino el resultado concreto de poner al estado como un arbitro relevante. En los setenta esto no funcionó, digo no funcionó ese equilibrio, y pasó lo que pasó.
Con respecto al presente no es cuestión de pensar quienes quieren tener la posta, y la hegemonía, si 678 y Sandra Russo, o Moyano o De Mendiguren, todos son necesarios para sostener el modelo, y cuanto más se esclarezca esta definición mucho mejor. Como decía Cristina al criticar lo corporativo, pero a la vez como los equilibrios son a veces inestables y dependen de una conducción acertada como la de Néstor primero y la de Cristina después, uno no se puede conformar nada más que con lo que hay por debajo de ellos. Necesitamos tanto sindicalistas, como empresarios, como políticos y también intelectuales que comprendan que el modelo se profundiza entre todos, y que por andarivel propio si se cortan solos nos vamos al carajo. Mi humilde opinión. Un abrazo

Jorge Devincenzi dijo...

Estimado Osvaldo: mi interés es cuestionar a quienes no entienden dónde está el enemigo principal y con argumentos infantiles intentan explicarnos el pasado y el presente

Osvaldo Drozd dijo...

Sin dudas Jorge, además de no entender cual es el enemigo principal, no entienden que el peronismo es un movimiento que necesita una cantidad de fuerza que no excluya a nadie, aunque uno tal vez prefiera a unos más que otros. Abrazo

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