Ya lo aseguró Karl Marx:
la historia primero se presenta como tragedia y después se repite como chiste.
Nueve energúmenos
encaramados a un puente grúa en la empresa Gestamp pueden paralizar la
industria automotriz local, demostrando por el absurdo que son la vanguardia de
una visión demencial de los problemas argentinos: cuanto peor, mejor.
La industria del
automóvil atravesaba, antes del conflicto en Gestamp, diversos problemas: a) la
demanda de Brasil había bajado. 2) el 60% de la producción local tiene como
destino el mercado brasileño. 3) los perspicaces ejecutivos de la industria
automotriz local hacen cálculos (la supuesta racionalidad capitalista) basados
en un concepto erróneo: Argentina puede absorber anualmente una producción de
un millón de unidades. 4) el consumo en Argentina también bajó. 5) las empresas
no tienen en su horizonte una estrategia anticíclica, confundiendo autos
(bienes de consumo durables) con preservativos (bienes de consumo no durables).
Por lo tanto, comenzado 2014, están sobrestockeados y suspenden personal. 6) el
gobierno dicta la conciliación obligatoria.
Como las terminales dependen
de las estampadoras de Gestamp, y ésta ve reducida su demanda de chapa, despide
personal, y hay nueve exaltados que subidos a un puente grúa comienzan, o continúan,
el largo camino hacia la revolución permanente y la toma del poder.
Nueve visionarios.
La estrategia de agudizar
las contradicciones del sistema es tan antigua como el dulce de leche. Karl
Marx aplaudió la destrucción de la industria textil de la India porque competía
con el capitalismo feroz de Inglaterra. Engels denostó a Bolívar y su idea de
Patria Grande porque iba contra el curso ineluctable de la historia, esto es,
que un grupo de republiquetas americanas abastecieran de alimentos y materia prima
al proletariado británico que tenía turnos laborales de 16 hs.
Aquí en Argentina el conflicto
de Gestamp recuerda la misma estrategia, la misma lógica y los mismos protagonistas, aunque con
distintos nombres (aquella vez la lista Marrón, ahora José Saúl Wermus, alias
Jorge Altamira) en lo que se llamó el Operativo Serpiente Roja.
Fue en 1975. Las épocas
son distintas, esta vez no acabará con represión y desaparecidos (por eso
aquello fue una tragedia, este es un chiste), y si Agustín Tosco lideraba a los
obreros no-peronistas de Córdoba, Altamira dirige el soviet del bar La Giralda
en plena avenida Corrientes.
Cuanto peor, mejor.
La vanguardia de los 9 no
ganará las elecciones: al fin y al cabo, las vanguardias proletarias no creen
en la democracia representativa (una excrecencia de la burguesía) sino en la
dictadura del proletariado, que Altamira conduce leyendo el Financial Times en
La Giralda, entre cortado y cortado.
En aquel entonces, la
Lista Marrón, considerando que Argentina se volvería socialista por la acción
de los obreros marxistas-leninistas, organizó una huelga salvaje en el corredor
industrial de Villa Constitución, pues si la Modernidad está marcada por el ser
y el querer ser de la burguesía, el próximo paso sería la dictadura del
proletariado como paso necesario a una futura sociedad sin clases.
En esa visión sesgada,
los obreros peronistas estaban ciegos al avance ineluctable de la historia y
ganados por una ideología burguesa o bonapartista.
Las empresas en conflicto
estaban encabezadas por Acindar, cuyo presidente (Martínez de Hoz) se refregaba
las manos con deleite ante el conflicto sindical: el golpe militar estaba en
marcha y sólo quedaba echar leña al fuego de la inoperancia del gobierno
constitucional de entonces, agudizando el conflicto. El vicepresidente de
Acindar era un general (López Aufranc) especializado en represión.
Abundaban en 1974
palabras como matones y burocracia sindical, las mismas que se usan hoy. En la
UOM hay matones, o se es matón por el solo hecho de pertenecer a la UOM, el
Pollo Sobrero no es un matón sino un dirigente de base, como Néstor Pitrola, a
quien –en su delirio- tiene sin cuidado el acuerdo con el Club de París o la
futura incorporación al BRICS. Pablo Micheli no es burócrata, sino un dirigente
honesto que apuesta a la anarquización del movimiento obrero.
Hoy no hay un golpe en
marcha, pero los comentaristas de los medios concentrados se refriegan las
manos con la misma fruición, ocultando la ineptitud de las automotrices para tomar
decisiones contracíclicas porque Argentina no puede vender un millón de
unidades anuales. El objetivo no es derrocar al gobierno sino limarlo, inundando a la sociedad de descreimiento.
Y como en 1975, estábamos
a año, año y medio de elecciones democráticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario