Subido a la Pirámide de Mayo, Pablo Miceli arengaba a sus
casi 144 seguidores que lo rodeaban coreando “¡Que la crisis la paguen los
ricos!” con ritmo de Soda Stereo.
La revolución se actualiza.
La revolución se actualiza.
Su promesa de hacer miles de piquetes en Buenos Aires se
había hecho realidad: hoy, todo Buenos Aires es un piquete, aunque ya se sabe
que cuando todo es piquete, no hay piquete.
En suma, se trabajó más o menos normalmente a
excepción de algunos grupos de encapuchados de Filosofía y Letras (mas activistas del MAS y el PO) que enarbolaban
palos y libros de texto cortando el tránsito en las intersecciones tradicionales y en las
autopistas, en vivo y en directo.
Entre ellos se distinguían Vilma Ripoll (sin capucha), Néstor
Pitrola (también sin capucha), aclarando a todo el que quisiera oir que
Altamira estaba en cama con un fuerte resfriado pero siempre leyendo el
Financial Times, Luis Barrionuevo (no necesitaba capucha), Lilita Carrió
estrenando su último shock de keratina, el Pollo Sobrero agitando sus
revolucionarias guedejas rubias con claritos, Eduardo Buzzi tomado de la mano de Luis Etchevehere tomado de la mano del Momo Venegas, en fin, los coreutas
en pleno entonando Las Suplicantes mientras marchaban con la luna rodando por
Callao.
Lo que imploraban en esta ocasión (¡hasta la multiitudinaria FUA dijo
presente!) era un justo aumento de salarios, un no menos justo aumento del
mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, y de paso, que se cumpla el
fallo del juez Griesa, que no se reforme la ley de abastecimiento con un
proyecto extorsivo, que se acaben las confiscatorias retenciones al agro, que no
se investigue a los directivos de Donnelley por quiebra fraudulenta, que bajen los
gastos estatales sobre todo la AUH porque aumenta el piso del salario, que no
cambie la sede del pago a los bonistas que quedaron adentro y afuera, que todo jubilado reciba su 82% móvil aunque no haya con qué pagarlo, en fin,
todo por dos pesos con Clarín haciendo punta: Nelson Castro desde la prosa
clínica y Osvaldo Bazán aportando su imprescindible poesía, quienes habían
hecho campaña durante todo el miércoles, un miércoles militante donde desaparecieron
misteriosamente los acuchillados, los niños baleados, las señoritas violadas y
las entraderas en hogares de clase media alta.
Eso sí, el dolar blue siguió subiendo.
La campaña mediática del miércoles culminó en una
desprolijidad tal que el ataque virulento del doctor Castro contra las
autoridades de una escuela del barrio Trujuy, en San Miguel, se convirtió de
pronto, sin transiciones, en apoyo no menos virulento cuando alguien en TN debe
haber advertido que podía ser otra buena oportunidad como para dar palos al
gobierno.
El dólar blue subía y subía, pero lo que Clarín no lograba
era que Marcelo Bonelli utilizara una sintaxis digna de un periodista: puede suceder, sucede, que las exigencias estéticas, éticas,
informativas y gramaticales de los telespectadores han bajado.
Entretanto, Miceli seguía sermoneando a sus huestes.
Que Miceli sea titular de una fracción sindical obedece a varias
razones: unas elecciones internas controvertidas; y un fallo de ésta Corte Suprema
que lo benefició poniendo en jaque el modelo sindical inaugurado en 1949.
El
tal fallo nos ha lanzado a la Argentina del futuro, o inversamente nos
retrotrajo a la década infame.
Desde el ’55 a la fecha, todos sabemos que los
sindicatos han cambiado, y también sabemos –o creemos saber– cómo y en qué han
cambiado, pero la existencia de cinco centrales sindicales (dos de ellas abiertamente fraudulentas, escribe Artemio López) abre la
posibilidad, al menos teórica, de infinitas centrales, siempre que haya algún
cotizante que respalde.
Aunque sea uno de esos despistados que nunca faltan.
Aunque sea uno de esos despistados que nunca faltan.
Ahi la tenemos a Vilma Ripoll anunciando que con los
piquetes se va construyendo
una herramienta revolucionaria mientras los integrantes de la rediviva Mesa de
Enlace aplauden. En fin, que la RIpoll ya fue aplaudida en la RuraL. El PO entretanto sigue construyendo (todos construyen, pero
no se ven los ladrillos) algún soviet criollo, es decir, otra herramienta revolucionaria.
Este movimiento obrero ya no es columna vertebral, y se entiende que Cristina no aliente la unidad: para tener esto, es preferible que sigan divididos.
Pero también ha cambiado el sistema productivo. En entender ese cambio hay una clave para la comprensión de la actualidad.
Este movimiento obrero ya no es columna vertebral, y se entiende que Cristina no aliente la unidad: para tener esto, es preferible que sigan divididos.
Pero también ha cambiado el sistema productivo. En entender ese cambio hay una clave para la comprensión de la actualidad.
2 comentarios:
Ahi la tenemos a Vilma Ripoll anunciando que con los piquetes se va construyendo una herramienta revolucionaria mientras
la Brigada Velo Rosado
¿A cuanto cerró hoy el moyano paralelo?
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