jueves, 15 de enero de 2015

AHORA DICEN QUE PARIS BIEN VALE UNA MISA


La frase postrera del responsable del atentado en Charlie Hebbdo (“¡soy de AlQaeda!”) y no sabemos –porque la información está clasificada como secreta para no abortar futuras operaciones- si agregó quién lo financió, quién dio la orden de ataque, quiénes lo acompañaban, cuál era su religión, etc., suena, en el contexto mediático en que se la conoció, como si uno dijera “no me peguen, soy Giordano”. Pero los europeos simulan asombro, como si no viviéramos en una cultura pletórica de frases vacías, censuras ocultas y obviedades. Que alguien que dice representar a AlQaeda se haya mostrado más tarde por tevé no cambia mucho el análisis. 

Un auténtico musulmán no puede rechazar la muerte sino recibirla con actitud heroica, porque todo buen musumán tiene asegurado el Paraíso si muere por una causa que considera sagrada.
Allí es recibido por hermosas huríes, jóvenes perpetuamente vírgenes con cuerpos que huelen a azafrán, almizcle, ámbar e incienso. Según Mahoma, los que cumplan la ley del Profeta y los ayunos del Ramadán gozarán de huríes de cejas negras (para algunos árabes, el tipo de mujer rubia con cejas negras luce casi siempre hermosa) en tiendas de perlas blancas en las cuales hay setenta planchas de rubí, setenta colchones y setenta esclavas. La hurí elegida permanecerá mil años al lado de quien acaba de ingresar al Paraíso sin que ella pierda nunca su virginidad.

El cristianismo, empeñado -sobre todo por Saulo de Tarso, luego Pablo, luego san Pablo- en reducir a la mujer a su condición de esclava sexual y reproductora de la especie (una especie de enemiga), tuvo entre sus santos a Tomás de Aquino, uno de los pilares de la escolástica católica, autor de la Summa Teológica.
Para él los cristianos tienen tres paraísos: el Celeste, el Terrestre y el Espiritual; los tres aparecen en la obra literaria de Leopoldo Marechal. Edén, Cielo, o lo que fuera, el Paraíso cristiano es un mundo aburrido de ángeles y serafines (Lucifer, el portador de la luz, es un ángel caído en desgracia), pero posiblemente el gran secreto de una vida apacible -no obstante los Paraísos religiosos- es aprender a vivir en la tolerancia y la templanza aunque la realidad se empeñe en demostrar lo contrario. El reconocimiento del Otro es un aprendizaje que hace frontera con lo políticamente incorrecto.
Sobre lo religioso se han edificado los mitos sobre un ser superior que nos vigila, protege, castiga, aconseja y lleva por el camino recto, una especie de padre. Claro que hay padres y padres: algunos (más de los que creemos) violan a sus hijas vírgenes y les declaran su amor eterno, como si fueran las huríes del Paraíso Musulmán. Lo que no deja de ser una visión retorcida del dogma católico, una suerte de sincretismo enfermizo.
El cristianismo se abrió en dos escuelas que seguían la tradición de san Agustín, relacionado con la tradición epicúrea, por un lado y santo Tomás, mmás relacionado con la tradición estoica por otro. Luego vino la libre interpretación de las Escrituras, encabezada por Lutero y Calvino: la Reforma Protestante.
¡Que confusión hay en el mundo!


Sobre ese Paraíso musulmán satirizaban los del Charlie Hebbdo. No era un humor inocente y pueril sino definitivamente adulto y políticamente correcto. Cuando el periodista Maurice Sinet quiso caricaturizar en ese semanario sobre Sarkozy y su conversión al judaísmo por razones financieras, fue expulsado de la redacción sin miramientos.

Que la policía francesa haya identificado en minutos a los responsables del atentado (mientras por un juzgado de Rocha, Uruguay, pasaban esposados, día tras día, ocho o diez asesinos de Lola, luego todos inocentes y con la jueza con licencia por stress) es tan poco creíble como la confesión del asesino de Charlie Hebbdo.


El otrora muy leído escritor francés André Malraux era un especialista en frases, estilos y hasta libros enteros  (La Condición Humana, La Esperanza, Las Voces del Silencio, etc.) que bajo un cierto humanismo escondía el carácter colonial de su país: en Malraux, los colonialistas son los otros, así como en Sartre el infierno son los otros. Los franceses son especialistas en crear infiernos ajenos para reafirmar el yo, el Uno.
Hay entre los franceses, como exponentes de la Modernidad, una gran negación de la realidad. Casi la mitad de su población es de ascendencia musulmana, y en general esos musulmanes tienen ingresos inferiores a los franceses de linaje galo, es decir, son una suerte de kelpers si no se integran olvidando sus orígenes. 
En Francia, las mujeres musulmanas tienen prohibido usar el velo religioso pero la prensa francesa tiene libertad para satirizar sobre el Otro diferente siempre que no satirize sobre el poder.
Reconocerse miembro de AlQaeda lo único que garantiza es haber sido entrenado por la CIA para cumplir algún oscuro mandamiento imperial.


La historia escolar argentina también abunda en frases rimbombantes, en las que Bartolomé Mitre sobresalía. Antes de conducir a sus tropas al matadero de Curupaity donde cayeron unos 4.000 argentinos en unas pocas horas, Mitre había prometido a los porteños que les devolvería "sus huestes intactas". 
Los brasileños se desternillaron de risa. Los porteños los llamaban macacos (una especie de monos) pero fueron ellos los que condujeron lla Guerra de la Triple Alianza.
Ya he escrito sobre el frase “Muero contento, hemos batido al enemigo”, pura creación de don Bartolo, sobre el sargento (soldado correntino ascendido posmortem) Juan Bautista Cabral, cuando en realidad el soldado no pudo saber del desenlace del combate de San Lorenzo porque su herida era mortal de necesidad.

Lo más probable es que dijera (si es que dijo algo) ra'y kuera peteĩ mba'e tuicha ó cheve dieron, mbóre ó tyre'ỹ kuera tekaka mba'e, cuyas traducciones –para qué detenerse en ellas- son sonoras puteadas y maldiciones en guaraní.

El creador de la tal frase y de “La Nación (británica)” no solo escribió la historia oficial de San Martín y Belgrano, y una interpretación oficial de la historia oficial. También tradujo la “Divina Comedia”. 
Algunos años menor que Giussepe Garibaldi, se sabe que Mitre (cuyo verdadero apellido era Mitropoulos, inaugurando la era de los seudónimos que siguen hoy Julio Blanck, Mauro Viale y su hijo, Carlos Altamira, Alfredo Leuco, entre otros) lo conoció, quizás participó en sus correrías de filibustero piamontés por Entre Ríos (en Gualeguchú todavía se recuerdan sus fechorías) y era políglota aunque no consta que dominara el dialecto toscano tal como se hablaba y escribía en el siglo XIV, que es cuando escribió Alighieri. El Dante simplemente la había titulado “Commedia”, convertida en “Divina” por sus exégetas. 
Es una comedia porque no es una  tragedia. 
El inglés Anthony Burgess, en “Sinfonía Napoleónica” sostiene que es difícil o acaso imposible definir una “comedia” según su significado original griego, y lo intenta por la negativa: comedia es una  no-tragedia.

Porque termina bien. 
Hay comedias bufas y dramáticas. El diario La Nación es la versión bufa del granero del mundo, y algunas notas de Carlos Pagni son borradores de comedias hilarantes. Pagni da clases de republicanismo aunque está imputado en una causa judicial por escuchas ilegales (junto al nefasto Tata Yofre), cosa que desde cierto punto de vista retorcido puede ser legalizado para todo periodista de medios hegemónicos siempre que no revele sus fuentes.  
Fabián Doman contribuiría a la verdad, la memoria y la justicia si declarara quién le dio copias de las "confesiones" bajo torturas de Raúl Perrota, Javier Cocooz, Juan Carlos Casariego de Bel y Julio Gallego Soto, todos desaparecidos.

Pero nos estamos yendo demasiado lejos del tema.
Agrego más abajo una imagen de nigerianos quemados vivos, lo que no ha merecido ninguna reunión de notables porque al fin y al cabo, ¿dónde carajo queda Nigeria sino en los arrabales del Mundo? ¿Y si a alguno se le ocurriera relacionar esta quemazón colectiva con los métodos de la Santa Inquisición? No cito a Hitler porque a pesar de los europeos, él fue enteramente europeo. 
En los '80 se acusó al filósofo Herbert Marcuse (Eros y Civilización, el Hombre Unidimensional) de trabajar para la CIA o el Departamento de Estado de EEUU. En algo acertó Marcuse: según él, Hitler perdió la guerra pero una especie de nazismo se había apoderado de toda la civilización occidental, que es lo que expresan Merkel, Hollande, Nethaniau, etc.
Por otros andariveles, el psicoanalista Cornelius Castoriadis había llegado a conclusiones parecidas especialmente en El avance de la in-significancia: los sujetos de la sociedad humana ya no reproducían los individuos necesarios para su re-producción. Esta re-producción ha quedado en manos de corporaciones universales, privadas, anónimas y entrelazadas fnancieramente: de producción de armas, laboratorios, de la comunicación, de represión, etc.



 
Esta imagen ha resultado intrascendente para los medios hegemónicos. Saturó otra (¿¡Timerman ausente, caramba?!), la de esa columna de hombres de negro y mujeres hombrunas, todos ellos asesinos, protectores de asesinos o promotores de asesinatos en masa.
Paris bien vale una misa (frase pronunciada por un francés calvinista para poder acceder por conveniencia al reino con la bendición de la Iglesia) pero ni siquiera sabemos cuál es la capital de Nigeria.  ¿Acaso Buenos Aires no ha sido ubicado en Brasil o algo por el estilo? ¿Y cuánto vale Nigeria? 
Nada, según se ve, ni un flash informativo, ni siquiera una misa.





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