Numerología
Las
tribulaciones de Felipe
Teodoro
Boot
Felipe
Solá denunció ante los medios de comunicación haber sido víctima
de lo que, sin eufemismos, calificó de “afano de votos”. Nada
menos que la friolera de 192.446 votos. Semejante grado de precisión
sugiere que el candidato a gobernador los tendría identificados perfectamente, uno
por uno, con nombre, apellido y número de documento de identidad.
Seis
colaboradores del candidato han analizado los telegramas con los
resultados provisorios de las 34.884 mesas electorales de la
provincia de Buenos Aires, tras lo que deben haber quedado tan tontos
que olvidaron que los telegramas carecen de valor legal, siendo
básicamente útiles para mitigar la ansiedad de periodistas,
candidatos y público en general (en ese orden). El escrutinio
definitivo, que es el que vale, se realiza en base a las actas que se
encuentran dentro de las urnas, junto a los votos.
Sépase
que cuando un candidato, vocero, periodista, comentador o cualquier
otra clase de aprendiz de Perogrullo sostiene que es necesario “abrir las
urnas”, está diciendo una obviedad: las urnas siempre se
abren.
El
mecanismo es así: un representante de la justicia electoral, munido
de un instrumento cortante y en presencia de los que para
tranquilidad mental de Felipe Solá llamaremos “apoderados” de
las listas, abre las urnas y extrae las actas. Si previamente, o
hasta en ese mismo acto, uno de los apoderados objetara el acta
debido a alguna irregularidad manifiesta (tanto en el acta como
durante el comicio), y si así lo decidiera la autoridad judicial, se
procede a contar los votos de esa urna, uno por uno.
Sólo
entonces podría conocerse el destino de los que le afanaron a Felipe.
El gaucho, hombre de a caballo y facón.
Las personas apegadas a la lógica y el sentido común comenzarían por preguntarse para qué diablos alguien querría robarle votos a Felipe Solá. Como único precandidato de UNA, no competía con nadie, más allá de la estrambótica puja por determinar quién la tiene más grande, pugna en la que sólo las de Aníbal Fernández y Julián Domínguez juntas superaron en tamaño a la de María Eugenia Vidal. Pero esta competencia no es más que una tontería mediática sin mayores efectos que el de impresionar a las almas sensibles. Entre las que, ay, se encuentra Felipe Solá.
Ya
admitiendo que la de Vidal supera la suya, Felipe sostiene que le
afanaron 192.446 votos para que no se sepa que la tiene más grande
que Aníbal Fernández.
Cada
uno se consuela como puede, pero convengamos que en este caso no
parece tener mucha utilidad desde que Aníbal Fernández duplicaría
el tamaño de la suya propia sumando la de Julián Domínguez. Entra
ambas, dejarían a la de Felipe así de chiquita.
Pero
Felipe Solá tampoco quiere tenerla más chica que Sergio Massa,
quien, según los telegramas que Felipe denuncia, habría obtenido
192.446 votos más que él. ¡Exactamente los que a él le robaron!
No
vaya a pensarse que aquí pretendemos sugerir que fue Sergio Massa el
autor de tan incalificable acto, pero los analistas de Felipe han
comenzado a barruntar si acaso el candidato a presidente no habrá
tenido algo que ver. ¿Por qué, sino, le robaron los votos solamente
a Felipe? ¿Por qué fue él y no Massa, o ambos, la víctima de la
traición de los fiscales?
De
acuerdo a la evaluación de los analistas de Solá, en lugar de los
1.503.783 votos que le asignaron oficialmente, debería haber
registrado los 1.696.229 que se le asignaron a Massa: “Mientras en
numerosas mesas se registraron "cero" votos para UNA en la
categoría a gobernador, Sergio Massa y José Manuel de la Sota sí
obtuvieron sufragios”, sostienen, resentidos, en el entorno del
candidato a gobernador.
De
un somero análisis de los resultados, puede afirmarse que a Solá le
afanaron los votos de gusto, de pura maldad, para hacerlo sufrir, ya
que no fueron a otro candidato sino que los habrían tirado a la
cesta de los votos en blanco. Obsérvese que mientras la cantidad de
votos en blanco para presidente fue de 423.574 (4,88 %), en la
categoría de gobernador de Buenos Aires, la cifra trepó a 925.803
(10,61%). ¡502.229 votos faltantes!
Si
a Solá le afanaron 192.446, ¿a quién le robaron los otros 309.783
votos que faltan? ¿A Pitrola?
En
aras de la disciplina partidaria y la elemental confianza depositada
en los insobornables fiscales de la izquierda, Pitrola se rehúsa a
menear el asunto. Además, ya demostró tenerlo más grande que
Christian Castillo, que es lo que verdaderamente importa.
“Solamente
en Mar del Plata, en 120 mesas tengo cero votos: 15.000 votos me
afanaron ahí", afirmó Solá. Esto resulta de lo más
inquietante, ya que de ser ciertos esos números, en cada una de esas
mesas el hombre habría recibido 125 votos sobre un total aproximado
de 245. Esto significa que a Solá le birlaron los votos justamente
en las urnas en las que se impuso, y no de cualquier manera sino ¡con
el 51%!
El
candidato también deslizó que no le computaron votos en 190 de las
mesas de La Matanza. De ser esto así no sólo en General Pueyrredón
y Matanza por lo menos 310 fiscales lo habrían traicionado sino que,
de no mediar esa traición, con semejantes porcentajes Solá habría ganado las
elecciones en la provincia.
Sin
embargo, aun calculando que le robaron los votos donde obtuvo el 51%
(unos 125 votos por urna sobre un total de 245 votantes), habríamos
detectado el origen de tan sólo 38.750 faltantes. ¿Cómo y dónde
le robaron a Felipe Solá los otros 153.696 votos? Si se los birlaron
únicamente donde obtuvo el 51%, serían 1229 las mesas en las que se
produjeron semejantes irregularidades, lo que es francamente
perturbador: agregados los de Mar del Plata y Matanza, los fiscales
infieles a Solá (pero no a Massa) sumarían por lo menos 1539.
Para
tranquilidad de Solá, es preferible pensar así, pues de mantenerse
en cada una de las mesas de la provincia el porcentaje que el
candidato se adjudica, la cantidad de fiscales venales o traidores
sería notablemente mayor: 2519 que, sumados a los 310 tránsfugas de
matanza y Mar del Plata, totalizarían 2829. Eso, sin contar fiscales
generales y suplentes. Es difícil perpetrar un autofraude de tanta
envergadura sin contar con la complicidad de los fiscales generales.
No
en vano Lucas Fiorini, candidato a intendente de Mar del Plata por el
UNA, declaró que “Ni loco tenemos un faltante de 15 mil votos. Le
han informado mal a Solá, porque tenemos más de 1400 planillas que
están bien confeccionadas y no falta esa cantidad de votos”.
Se
entiende: si a Solá le robaron 15 000 votos en Mar del Plata, donde
obtuvo el 14,52%, cuánto le habrán robado a Fiorini, que apenas si
cosechó el 5,34%. No sólo los fiscales sino la esposa, los hijos,
la amante y hasta la abuelita habrían traicionado a Fiorini.
También
se entiende que Solá no haya concurrido a hacer su renuncia ante la
justicia: podría toparse con un fiscal.
De
hecho, a raíz de sus declaraciones a la prensa, ha sido citado por
Jorge Di Lello, fiscal electoral.
Pobre
Solá.
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