Como una modesta contribución a la decisión parlamentaria de
investigar la complicidad civil en la dictadura cívicomilitar, relataré algunos
aspectos poco conocidos del apoderamiento de Industrias Siderúrgicas Grassi, una
empresa productora de ferroaleaciones domiciliada en Rosario.
Como telón de fondo de la crisis de esta empresa nacional en
la industria siderúrgica argentina señalaré brevemente algunas cuestiones que
constituyen el telón de fondo:
1) Grassi, durante la dictadura, pasaba apuros económicos
producto del cambio general de desaliento de la producción nacional llevados
adelante desde 1976. 2) En esa época existían alrededor de veinte empresas
siderúrgicas (Gurmendi, Tamet, etc.): entre Acindar y Techint, en esos años,
fueron absorbiéndolas hasta quedar como única oferta del mercado, lo que el
fallecido economista Azpiazu llamaba “duopolio”. 3) Techint adquirió Somisa (la
siderúrgica estatal) a precio vil. 4) Acindar cambió su modo de producción con
hornos eléctricos de colada continua. 5) Acindar era en ese entonces una
empresa nacional propiedad de la familia Acevedo. Hoy es una sucursal del
gigante mundial Acelor Mittal.
Acindar estaba interesada en adquirir Industrias Grassi.
El presidente del directorio de Acindar era José Alfredo Martínez de
Hoz.
Su vicepresidente, el general (RE) Alcides López Aufranc.
Intentaron apoderarse a través de unos allegados, los
Chavanne, que habían forestado lo que luego sería el balneario de Santa Clara
del Mar. Los sectores militares de la dictadura creían que el ingreso de los
Chavanne al negocio estaba relacionado con el desapoderamiento del Banco de Hurlingham,
parte de la herencia de David Graiver, fallecido en un accidente de aviación.
Como se recordará, los bienes de Graiver, con excepción de
Papel Prensa, habían entrado en su sucesión y la dictadura estaba convencida de
que los Montoneros habían depositado el producto del secuestro de los Born en
ese Banco, y todos, o alguno de ellos, sabía de esta relación. Por lo
tanto, todos fueron detenidos y alojados en la prisión militar de Campo de
Mayo.
(Si Papel Prensa
también hubiera formado parte de la sucesión, habría sido imposible entregarla
a Clarín y La Nación, o al menos eso hubiera retrasado la entrega más allá del
control de los desapoderadores ya que requería una cadena extensa de
complicidades).
La lectura de los siete u ocho cuerpos del expediente de
Industrias Grassi nos sumerge en un mundo sombrío.
Imaginemos primero las confesiones manuscritas de una decena
de personas, obtenidas bajo tortura. En ellas tuvo un rol preponderante Juan
Carlos Etchebarne, en aquel entonces presidente de la CNV y hoy afortunadamente
detenido.
En un primer momento el trámite era largo y engorroso: los
detenidos confesaban con un cuestionario previamente escrito. Luego, para
apurar las declaraciones, participaban el propio Etchebarne y otros.
El dinero del secuestro de los Born no apareció pero todos
siguieron detenidos hasta el fin de la dictadura.
Treinta años mas tarde conversé con la hija de uno de los Grassi,
no recuerdo si Luis o Renée. Relatándole más o menos lo que aquí cuento, la
señora dio por terminada la entrevista cuando sugerí lo que eran fuertes
indicios de participación ideológica de Martínez de Hoz en el desapoderamiento.
-¡No le permito. ¿Quién es usted? Martínez de Hoz es una
persona honorable!
En 2006 la Corte Suprema proveyó la quiebra de Industrias
Grassi.
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