jueves, 27 de mayo de 2010

Consenso imposible con el socialista Pinedo

El productor sojero y diputado Federico Pinedo reivindicó a su abuelo porque, dijo, era SOCIALISTA.
Él evidentemente no lo es, ni será nunca un socialista, si entendemos como tal a quien idealiza una sociedad más justa y equitativa. Tampoco lo fue su abuelo, tampoco.
Existe detrás de esta falsa reivindicación, la idea de que habría un consenso posible entre la patria chiquita de ellos y la patria grande que está abriendo la Argentina desde 2003. Y no lo hay, porque Pinedo monta una historia ficticia sobre su abuelo, la de una Argentina que naufragó.
Como Lugones, aquel Pinedo militó en el viejo socialismo heredero de José Ingenieros en su juventud. El socialismo de Juan B. Justo, el de los obreros rubios y abstemios. Y repitió la parábola de Lugones, aunque uno terminó con la cruz y la espada (y luego suicidándose, lo que no es un dato menor) y el otro como abogado de los ferrocarriles ingleses en los 30, y autor de un brutal plan de ajuste durante el gobierno de Guido, a fin de cerrar el "ciclo invernal" iniciado por Alsogaray en el gobierno de Frondizi.
Pinedo, el actual, esconde todo eso detrás de lo socialista. Como abogado de Londres, aquel Pinedo fue designado ministro de Obras Públicas del gobierno de la Concordancia, y en su doble carácter intentó vender los ferrocarriles al Estado. Que en esa época no daban las ganancias esperadas por la incorporación del transporte por carretera que el mismo gobierno impulsaba con apoyo de EEUU. La exploración de petróleo, la destilación de naftas, la construcción de automóviles y neumáticos, era hegemonizada por empresas norteamericanas.
Ya anciano, el "socialista" Pinedo volvería con un plan de ajuste tradicional, cobijado por el FMI y sus voceros locales: en aquel momento, los Alemann, que se retiraron a un segundo plano luego de lograr que la CADE fuera convertida en Segba con monitoreo del Banco Mundial, y que la Ítalo renegociara su contrato en términos harto favorables a los capitales suizos.
Aquí hay en el fondo una sola discusión: si esta Argentina cobija a 10 o a 40 millones de habitantes. Porque todo el misterio del granero del mundo hoy reivindicado es el de un país donde 30 millones de tipos estamos de más, sobramos.

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