miércoles, 23 de junio de 2010

NUEVOS PARADIGMAS. HOY, LA CARA DE DIOS

En los tiempos que corren, la modernidad ha sido reemplazada -en años, que son minutos para la eternidad- por la ligera posmodernidad y esta por alguna otra cosa. Una de sus consecuencias es que no tenemos tiempo de adecuarnos a los nuevos paradigmas cuando ya son reemplazados por otros.



El pasaje de unos a otros es de por sí un paradigma: consiste en aceptar alegremente los cambios con el argumento de que somos naturalmente iconoclastas y los anteriores eran meras construcciones culturales.

La tecnología es el motor de estas transformaciones. Así, la “Máquina de Dios” ubicada en Ginebra (Suiza) logró reconstruir (tras hacerlo con el Bing Bang) el aspecto que tenía Moisés mientras conducía a su pueblo a través del desierto hacia la Tierra Prometida. Este:



A principios del siglo XX, Sigmund Freud sostuvo que Moisés era egipcio, el hijo repudiado de un noble de la Dinastía X de los faraones de su época, que solían fotografiarse de perfil.


Hoy, la ciencia aplicada nos ha demostrado que fue socio vitalicio de la Asociación del Rifle.


Estudios de la universidad de Harvard demostraron también (porque vivimos la era de las demostraciones) que Freud fue apenas un poeta del inconsciente, y que este no es otra cosa que un intercambio caótico de hormonas, sustancias químicas e impulsos eléctricos.
No es ese el único adelanto. Informaciones periodísticas nos traen la novedad de que los genomas comparados del piojo, el mono bonobo y el homo sapiens tienen diferencias mínimas, casi despreciables.

Contradiciendo a los monoteísmos, hasta hace pocas décadas, la mitad de la población creía que la cara de Dios tenía más o menos este aspecto:






Imágenes que nos llegan desde Sudáfrica la resignifican y hoy luce así:


No olvidemos, sin embargo, que vivimos una era de demostraciones, resultados y probada eficacia...
HABRÁ QUIENES PONDRÁN EL AMOR POR ENCIMA DEL RESULTADO, PERO SON LOS MENOS

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