sábado, 26 de junio de 2010

UNA VISIÓN SOBRE "CURIOSIDADES", DE SANDRA RUSSO

Escribió Teodoro Boot hace minutos nomás, en febrero de este año:


En su edición del sábado 6 de febrero, el diario Página 12 publica en su contratapa una emotiva nota de Sandra Russo titulada “Curiosidades argentinas”.
Desde hace mucho tiempo que la señora Russo no deja de asombrar por la belleza de su escritura, su aguda sensibilidad, su admirable capacidad de observación. Tambien, justo es decirlo, por la persistencia de un sistema de prejuicios que, no por ser compartidos con la casi totalidad de la “intelectualidad” argentina, dejan de inducirla a recurrentes confusiones, por más esfuerzos que, con mayor o menor éxito, la señora Russo haga por librarse de ellos. En la nota a que hacemos referencia, podría decirse que consigue hacerlo gracias al tono general y, fundamentalmente, con el remate: un impecable golpe de knock out en el último minuto de decimoquinto round:
El antiperonismo, en cambio, no es tan contradictorio. Es lineal en su asco a los malos modales, en su selectividad estética y en su abyecto lamento por los privilegios perdidos. Y en los sectores medios, es un lamento peor: como dijo inmejorablemente Carlos Barragán, “si los negros viven como uno, uno siente que tiene una vida de negro”.


La señora Russo debe haber obtenido el efecto que pretendía, si es que se propuso a la vez emocionar al lector y alertarlo sobre la despiadada uniformidad, más que del antiperonismo, del sentimiento gorila, que no es otra cosa que el odio de clase de los grupos dominantes, acá y donde sea. Pero tras el discurrir de la señora Russo, velado por la belleza de sus palabras, la frescura de las imágenes y el hechizo de su exposición queda flotando en el aire un tufillo inconfundible, el sí pero con el que, animada aun por las mejores intenciones, la clase media culta se asoma a ese insondable abismo peronista. Y en ese sentido, sin pretender hacer una autopsia, correspondería destacar el penúltimo párrafo:
Le toca ahora encarnar al peronismo disidente la versión del peronismo que no negó ni siquiera Perón. Es cierto que no es menos peronista ese peronismo. Eso lo refleja con maestría la película de Juan José Campanella, El secreto de sus ojos. Un personaje como ese violador incluido en la trama siniestra en la que derivó alguna vez el peronismo de derecha funde la historia particular en la general. Esta es la contradicción no resuelta del peronismo, pero quizá no se trate ya de una contradicción, sino de dos dicciones totalmente diferentes, dos fuerzas condenadas a competir por un nombre y una identidad. Me temo que nunca ninguna será más peronista que la otra. El contradictorio era Perón y cada fuerza refleja una parte de ese hombre que amplió fenomenalmente las bases de la política argentina.
Sería deseable poder obviar un detalle, por secundario, pero ahí está, llamativo y molesto como un forúnculo en medio de la frente: para ilustrar una afirmación de naturaleza política, filosófica, sociológica o histórica, resulta descabellado apelar a ejemplos extraídos de la ficción. En mayor medida, habiendo tantos a mano.
Tras el ripio, la contradicción, “las dos dicciones, la lucha inevitable por un nombre y una identidad”. “Me temo que nunca ninguna será más peronista que la otra”, se lamenta la señora Russo y tras cartón revela la causa de esa imposibilidad, que como una sombra ominosa, se proyecta sobre la entera existencia del país: “El contradictorio era Perón y cada fuerza refleja una parte de ese hombre que amplió etc., etc”.
El elogio es atenuado, exterminado en realidad, por la descalificación: el carácter contradictorio de Perón, razón última de la imposibilidad que es, en consecuencia, esencial.
En realidad, resulta humanamente imposible determinar si Perón era contradictorio o si sólo lo fueron sus afirmaciones a lo largo de décadas, en distintos momentos y circunstancias, frente a diferentes interlocutores y público. No hay posibilidad de descubrir lo que anida en la intimidad del pensamiento de una persona. De igual manera, cualquier peronista creerá advertir una coherencia esencial en Perón, y a la vez es seguro que no se tratará de la misma coherencia, ya que es evidente que el peronismo es contradictorio pero ¿por qué limitar las expresiones a dos, por qué son tan sólo dos fuerzas las condenadas a competir por la identidad peronista?
Sin embargo, parece más significativo preguntarse por qué esa contradicción es una imposibilidad y de qué modo la naturaleza contradictoria del peronismo lo convierte en una extravagancia, una anomalía, una rareza histórica. ¿Por qué esa extravagancia y esa anomalía no se extienden a otros pensamientos, creencias y/o movimientos políticos tan o más contradictorios como el peronismo?
Giordano Bruno, el cardenal Carafa, Tomás de Torquemada, Francisco de Asís, Pedro Abelardo, Domingo de Guzmán, representan distintas –más, mucho más que dos– dicciones de la Iglesia Católica; el mundo cristiano es más amplio, diverso y aún más contradictorio, tanto como pueden serlo Omar Khayyam y Ruhollah Jomeini, por ceñirnos sólo a dos personalidades persas del vasto y muy contradictorio Islam; Josep Stalin y Andreu Nin son tan marxistas como León Troski, Vittorio Codovilla, Josip Broz, Fidel Castro, Zinoviev, Lenin o Dzerzhinski; el nacional sindicalista José Antonio, el chupacirios Serrano Suñer y el demócrata Adolfo Suárez pertenecieron a la Falange; el anarcocomunista Kropotkin, el colectivista Bakunin y los anarcosindicalista Enrico Malatesta o Abad de Santillán, Flores Magon, Noam Chomsky, Juan García Oliver, Pierre Proudhon, así como los partidarios de la acción directa Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso o Severino Di Giovanni militaron todos inspirados en el ideario anarquista; John Milton, Hobbes, Locke, Voltaire, Hayek, Rousseau, Burnham y Milton Friedman pertenecen al liberalismo.
En todos los casos se trata de “dicciones totalmente diferentes”, de “fuerzas condenadas a competir por un nombre y una identidad”, sin que ninguna consiga ser más católica, musulmana, marxista, anarquista, falangista, peronista o liberal que las otras.
Un profundo, oscuro prejuicio ha de llevar a la perspicaz y muy inteligente Sandra Russo a describir al peronismo haciendo particular hincapié en su naturaleza contradictoria, cuando de ningún modo diría que la existencia de distintas fuerzas que compiten por una identidad son, ni el rasgo central ni constituyen la imposibilidad del marxismo, el liberalismo, el Islam…
Daría una pobre impresión recalcar en una nota acerca de la importancia histórica del marxismo, la insalvable contradicción entre el notable dirigente marxista Andreu Nin y sus asesinos del partido comunista. ¿Por qué debería sonar razonable un despropósito semejante al aplicarse al peronismo?
Del peronismo se pueden decir muchas cosas, buenas y malas. Detenerse en observar su naturaleza contradictoria es tan obvio y tan distintivo como describir a la señora Russo diciendo que tiene una nariz justo en medio de su cara.
Lástima afear así una nota tan bella como “Curiosidades argentinas”.

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