jueves, 1 de julio de 2010

ENTRE EL BLOG Y LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA

El 29 de junio pasado, Página 12 reprodujo una nota de José Natanson titulada "Kirchner, Ben Stiller y la juventud como actor político"
El amigo Juan Salinas, también conocido como el Pájaro, Beto, Juanjo y vaya uno a saber con cuántos otros alias legales o clandestinos, distribuyó el artículo de Natanson subrayando el final:

"...la estrategia comunicacional del Gobierno ignoró a la juventud durante años y recién desde hace un tiempo ha comenzado a considerarla. Y su política cultural, de raigambre “jauretcheriana” y “pacourondista”, parece limitada sólo a los jóvenes de los ’60/’70, sin considerar a los jóvenes de hoy.
No hay mucho misterio: se trata de atender las necesidades de una juventud partida y registrar la politización de un sector de los jóvenes, fenómeno que el mismo kirchnerismo ha generado y en el que apenas parece haber reparado".


Y cometió el error de agregar: "Pues eso. Ahí está la clave", lo que desató la interesante polémica que reproduzco:

Carlos Benítez dijo:
Como siempre el compañero Boot, aporta en lo sustancial, en lo que hace la nota de Natanson, que en realidad se los mandé a los compañeros solo por el final de la nota, que es que nosotros como militantes lo palpamos todo el tiempo que cada vez hay mas jóvenes militando a como pueden sin linea digamos con tiza y carbón y no se si eso en principio esta mal, lo importante que no se vuelvan a sus casas como muchos hicieron cuando se acabó la primavera alfonsinista o cuando aparecieron los 90 y esa decada mortal, para nosotros jóvenes en aquellos años por que ahí la derrota fue total mas allá de la resistencia que ejercíamos como podíamos ( radios comunitarias, clubes OSJ etc), y llego el 2001/2002 y parecía que nada quedaba y ahí estabamos tirando piedras y no quiero exagerar pero la purretada puso el cuerpo.
En fin hay mucho para hacer y haciendo caso a Boot los dejo por que tengo que ir a la reunión de la agrupación, pero la seguimos eh.
Saludos
Carlos


Teodoro Boot improvisó en minutos la siguiente respuesta malhumorada, de acuerdo a su naturaleza aborígen:

Leí esa nota (de José Natanson), que ayer mandó Benitez. No la critico, pero no me pareció gran cosa. No pretendo, ni ahí, polemizar, sino comentarles un par de reflexiones y dudas que me surgieron mientras leía esa nota, en la que hay muchas obviedades, lo que es natural en un artículo periodístico, pero también mucha generalización y afirmaciones taxativas sin posibilidad alguna de comprobación y que me parecen mucho más caprichosas de las que hasta yo sería capaz de formular.
Además, existe en mucha gente como Natanson, al igual que en la mayoría de los escribas y voceros radiotelevisivos oficiosos del gobierno, una gran insistencia en observar las cosas según categorías en las que descreo. Capaz que porque soy viejo, capaz que porque son surgidas al calor (o al frío) del "fin de las iedologías". Será por eso, por ejemplo, que enloquezco cuando escucho hablar de "relato" para aludir a asuntos sociales, políticos o históricos. Un relato es una narración, un cuento, una versión de un suceso. Y en la historia, la política, la sociedad hay mucho más que versiones: hay intereses, lucha, muchas veces sangre y muerte, destrucción, tragedia, mugre, y al fin ganadores y perderores con lo que significa una u otra cosa para unos y otros. Y, por lo que sea, y seguro que por saber que las cosas van y vienen y que los muertos de los distintos ayeres resucitan cada tanto provocando el general estupor, para dar una nueva vuelta de tuerca a ese combate que se creía superado o extinto, en fin, porque el agua sigue corriendo, es que me resisto a pensar según las categorías en boga. Me quedé en el 45, supongo (Y ahí seguiré, esperando tranquilamente que ese pensamiento vuelva a ser "moderno").
En sintonía con esas categorías de pensamiento que están caducas antes de fructificar y llegar a la madurez, me incomoda (y lo digo así, subjetivamente, porque eso es lo que pasa: que no me hallo en este extraño mundo en el que estuve viviendo en los últimos 20 años), me incomoda que se hable de comunicación cuando correspondería hablar de política. Y la política es mucho más que comunicación, que vender ideas, que imponer productos, que contar "relatos". La política es organizar, y se organiza objetivamente, según objetivos. Se dispone la fuerza existente para lograr un fin, se la articula y se la prepara. Y en ese proceso, que parte de un solo lugar, irreemplazable (del objetivo), es que se forma y se encuadra, se hace comprender y surgen los nuevos cuadros, que si en vez de seguir organizando se ponen a comunicar y a contar relatos, cagamos.
Quiero recordarles que eso ya pasó y de ahí la profunda debilidad de este kirchnerismo o de este peronismo, que no consigue desprenderse de las categorías mentales y de pensamiento que nos llevaron a la más profunda de las derrotas de los últimos cien años. Es como en la economía: va fenómeno, aumenta la actividad, el consumo, la exportación, pero si no cambiamos la estructura productiva del país, las bases en las que se asienta y la mentalidad que la orienta, justifica y explica, todo puede acabar en que estemos disfrutando apenas de un respiro muy transitorio.
Me refiero a que en la base de todo está el sistema de pensamiento, el sistema de prejuicios y las categorías según las que miramos lo que nos rodea. Y yo, la verdad, descreo de las categorías y el sistema de prejuicios que se entreven en el razonamiento de Natanson. Y descreo porque son in operativas, no sirven para la acción y en consecuencia no sirven para la transformación social. Y un pensamiento inútil para la transformación social podrá estar fenómeno y ser atractivo y etc, a condición de que no se meta a describir la sociedad. Por ejemplo, la literatura está muy bien y es a lo que me aboco con mayor placer y entusiasmo, pero la literatura es literatura y nada más.
En un plano es muy bueno el análisis o la descripción de Natanson. Muy interesante al menos, en su descripción de las consecuencias de las diferentes situaciones económicas, aunque comete algún perdonable error cuando se remonta a épocas que no conoció sino por versiones deficientes (y ahí sí está el "relato", pero justamente como manifestación de una carencia. Pero esto lo dejo, porque me llevaría a la loma del orto). Por ejemplo, Natanson se equivoca mucho cuando adjudica a los jóvenes de los 60 o 70 irrespeto o desinterés por lo que pudieran decir los ancianos. ¡Exactamente al revés! Los peronistas, al menos, seguíamos a un anciano, a un tipo de la edad de nuestros abuelos. Y leíamos a Jauretche, a Scalabrini, a Marechal. Todos viejos.
No era con los ancianos la cosa, sino con los maduros, los cuarentones o cincuentones, los que Perón, con su tendencia a la turrada y la socarronería bautizó como la generación intermedia,
lo que según se mirara podía leerse como la generación ni una cosa ni la otra, sin olor ni color, la generación mierda de paloma. Y de ahí la contradicción explícita y el anacronismo de analogar un supuesto jauretchianismo con un supuesto pacourondismo.
Dice un bolichero amigo mío refiriéndose a su negocio: Lo que hay es lo que hay, pero de lo que hay, no falta nada.
Eso mismo ocurre en la política: se transmite lo que se es, lo que está, lo que hay. Y aunque se pueda "comunicar" cualquier cosa, lo que queda es lo que se transmite. No es prudente, pienso, ver las cosas en términos de comunicación sino de trasmisión, que aunque alguna miopía nos haga confundirlas, no son la misma cosa: una polea no "comunica" el movimiento, la roldana no se lo "cuenta" a la rueda, se lo transmite.
El kirchnerismo, si se quiere, tiene un problema de transmisión, que es consecuencia de un problema (o más bien de la ausencia absoluta) de organización y a resolverlo debería abocarse. No a comunicar, sino a organizar, pero por más que el General a veces sugiriera otra cosa, no se organiza de arriba hacia abajo, de la activa lucidez del dirigente a la pasiva estupidez del dirigido. La organización surge, en primer lugar, de un objetivo claro, de un propósito, y luego de la tensión existente entre pretendidos dirigentes y pretendidos dirigidos. Y algo de eso está habiendo, aunque todavía parece persistir en el kirchnerismo la rémora de los últimos años de decadencia peronista: la pasividad con que los "dirigidos" se acostumbraron a esperar las genialidades, los recursos, la chequera del "dirigente".
Hay además una tendencia muy generalizada (que Natanson comparte, capaz sin advertirlo) a creer que la organización y la transmisión son aspectos, facetas, responsabilidades de un gobierno, cuando en realidad siempre son a pesar, a expensas del gobierno, porque no pueden ser de otro modo: en el gobierno nadie hace lo que quiere, sino apenas un poco de lo que puede. A veces eso es malo. Y a veces es bueno.
Pero hay jóvenes, que no son los treinteañeros, Salinas, que de por sí se encuentran con dificultades, tanto conceptuales como existenciales, para comprender la naturaleza del proceso que se entreve. Son los más chicos, que irrumpen con sus categorías y sus modos, sus ignorancias y sus extraños conocimientos, claro, pero irrumpen en la lucha social, en la lucha cultural y, en consecuencia, en la lucha política. Y si son jauretchianos o pacourondistas, problema de ellos. Porque el fenómeno es que ellos, esos pibes, son los jaurtetcheanos, no la supuesta política comunicacional o cultural del gobierno ni de sus "intelectuales" "orgánicos" (encomillo las dos palabras por separado porque no sé cuantos puedan ser los intelectuales en este país y no me imagino a quien alude Natanson cuando habla de orgánico de este gobierno).
Ocurre que de alguna manera esos jóvenes se tienen que explicar lo que perciben, el horrendo monstruo que se esconde atrás de la amable apariencia y buenos modales de una argentina clasemediera, hasta progresista, tolerante, cosmopolita, antiracista. Y que surgió de golpe, apenas el gobierno le rozó el traste a sus valores más profundos. ¿Y hay una manera diferente de explicarse la existencia de este monstruo que no sea mediante el mecanismo de la colonización cultural y pedagógica? Si para eso hay que recurrir a Scalabrini, Jauretche, Fanon o Ho Chi Minh, mala suerte, porque así como no fue con Sebrelli ni con Marcuse, tampoco será con Tomás Abraham o con Hobsbawn que consigamos endenderlo y explicárnoslo.
Lo notable, lo que implica un "cambio de época", es que esas preguntas empiecen (o vuelvan a empezar) a hacerse. Y eso no es consecuencia de ninguna comunicación sino de un satori, de la súbita toma de conciencia del país en que se vive provocada por la irracional reacción de un altísimo porcentaje de la sociedad ante el conflicto con "el campo". Pasada la sorpresa, quedó una expectativa y un estado de ánimo, junto a la sospecha de que pueden volver, y peor que nunca. Esa expectativa y ese estado de ánimo eran un caldo propicio para asimilar la gran trascendencia, las implicancias profundas, no económicas o políticas sino sociales y culturales del regreso al sistema solidario de jubilación, la AUH y la ley de servicios audiovisuales, fueren cuales fuesen las razones que pudiera haber tenido el gobierno para impulsarlas, y en el momento en que lo hizo y no en otros.
El fenómeno es que esos pibes, obviamente, una activa minoría (que viene a ser, casualmente, la definición que Unamuno da de lo que es una generación: "una minoría activa que otorga el tono a una época") recupera algo que uno creía ya desaparecido junto al abandono de las novelas de aventuras: no hay joven que pueda recibir o merecer ese nombre, que no quiera ser como Robin Hood. Y si hay alguno, mejor estrangulémoslo antes de que llegue a ministro.
Todo esto fue suficiente para que volviera a aparecer la política como espacio e instrumento de transformación. Ahora se trata de organizar y seguir organizando. No de "comunicar". Al menos, no a los jóvenes, que de ellos habla Natanson. Porque ¿qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a "comunicar"? ¿Y a quiénes? ¿Y cómo? ¿Hay una juventud partida y entonces vamos a hacer dos "comunicaciones"? Además ¿por qué partida en dos y no en más partes? ¿Es suficiente diferenciar entre los que pueden prolongar la adolescencia y los que deben apurarla? ¿Y unos y otros la prolongan o la apuran del mismo modo o de modos y en condiciones semejantes? ¿Es esa toda la diferencia, o la más importante, o la que explica los diferentes comportamientos sociales, los distintos códigos? ¿Y hay dos nomás?
¿Las medidas para la parte de la juventud "pobre" que sugiere Natanson son necesarias para la franja juvenil o para la sociedad en que viven? La no reglamentación del aborto, la falta de viviendas, la ausencia de créditos, el precio de los alquileres, la persistencia del embarazo adolescente ¿son problemas de la juventud o de la sociedad? ¿Afectan únicamente a los jóvenes? ¿Y es la juventud o la sociedad la "partida"?
Por ejemplo, yo no veo a la sociedad "partida", sino que la veo disuelta. Y en lo que hay que pensar es menos en comunicación (dejemoslo para los momentos electorales) y más en cuáles son aquellos elementos que puedan ayudar a que una sociedad disuelta vuelva a ser una sola sociedad. Porque no alcanza con las variantes económicas ni con mayor distribución del ingreso. Ayuda, es indispensable, pero no alcanza. Tan poco alcanza, que a veces uno empieza a dudar: ¿es posible una única sociedad es un mismo territorio geogràfico y político?
Si es posible, lo será a través de las nuevas generaciones, de la forja de unidad social y cultural en las nuevas generaciones, y esto tiene menos que ver con las políticas gubernamentales que con las políticas que puedan imaginar los cuadros y activistas políticos. Con dos condiciones o requisitos: uno, que el gobierno persista y profundice la integración social por medio de la creación de empleo. El otro, que los cuadros y activistas vean a la política como el medio de hacer una sociedad mejor, con hombres mejores, con tipos que aspiren a ser santos y no que aspiren a ser canallas. Que el héroe sea el gaucho Cruz y no el viejo Vizcacha.
Y de que entiendan, de una puta vez, que el "público" que merece toda la atención está "abajo", no "arriba".
En fin, que siendo buena, la nota de Natanson no me parece cosa del otro mundo. Y si me apuran, voy a decir que es bastante superficial.

5 comentarios:

Nahuel Coca dijo...

Coincido con Boot en que la comunicación hay que dejarla para las elecciones.
Mientras tanto, hay que hacer y cambiar las deudas pendientes que él bien menciona. Sino, ¿qué habrán de comunicar, cuando vengan las elecciones?
El relato del que tanto reniega podrá ser totalmente negativo cuando la juventud ya no lo sea y se dé cuenta de que durante el kirchnerismo hubo muchas cosas buenas... pero que siguen viviendo con sus padres por falta de políticas de fomento de la vivienda, o por cualquier motivo que sea atribuible al entorno. Como es mi caso (tengo 25) y el de todos mis conocidos de mi edad, con excepción de uno o dos, el sueldo no me alcanza ni para juntarme a tomar vino con ustedes.
Entonces, cuidado. Que la idea de relato (que no equivalente a la de comunicación, como bien marca Boot)puede ser un boomerang. No alcanza con 678 para que el pueblo festeje. ¿O hubiera sido el peronismo sólo con un programa de radio? Salvando las distancias, se tienen que dejar de joder y seguir cambiando lo que está mal.
Ley de entidades financieras, aborto, más educación sexual (sobre todo donde más conservan), mejor legislación laboral, mejor educación, más seguridad (y policías menos salvajes), más cultura, créditos a la vivienda, ley de alquileres... En fin: quedan un par de boludesces por hacer antes de que este relato merezca ser contado.

Daniel dijo...

Muy interesante el enfoque y el comentario mismo de Nahuel.
Llegué desde el intercambio en el blog del ingeniero, buscando la profundización de tu observación.
Y yo que esperaba ver la cosa vía economía, veo que tu enfoque es integral, con un fuerte reclamo político-metodológico.
Toda la vida me preocupó la metodología y la veo escasa, ausente en todo tipo de organización progresista por la que me di una vuelta.
De ahí que me sorprenda que sean más consecuentes en esto las burocracias sindicales que siempre critiqué.

Pero, volviendo, me pusiste fuerte contra la realidad. Todo no es "crecemos y todo viene por añadidura"...
El modelo escandinavo -no veo que sea trasladable a nuestras latitudes- pero para el caso, hace tan bien las cosas para que puedan seguir sosteniendo el "Estado-providencia"?

Jorge Devincenzi dijo...

Para mí el tema es otro, Unfor, siendo el mismo. El modelo escandinavo es el resultado de otra cosa, de la conformación, por parte de la burguesía escandinava, de ese Estado. Ahora bien, ¿contamos aquí con burguesías nacionales que hagan ese proceso?

Daniel dijo...

Alguna vez contamos, no?
Si por ahí va la cosa, que hacer para seducirla. Lo que se hace, no es suficiente?
O es que tantos años de instaurar el modelo criminal que nos comimos, los acostumbró a moverse de modo parasitario?

Vos querés decir que hace falta una formación fuerte en valores solidarios; un trabajo sostenido en ese aspecto para irradiar hacia el cambio de matriz (como argumentás) productiva y social?
Y que eso si entiendo bien tu visión es posible mayormente, desde la organización política.

Sería bueno que por ahí armes un post que describa cómo sería ese cambio en la matriz productiva, cual sería el mejor camino para lograrlo. O enlazaras con algún teórico que lo explique bien.
El Plan Fénix, quizás?

Jorge Devincenzi dijo...

Puede ser. El "modelo" es resultado de la decisión de un pueblo, de una mayoría popular, de una hegemonía adquirida por determinados sectores sociales. La alianza social de los 90 fue mortífera, y algunos hoy la quieren recrear. Aquí lo que hay en veremos, apenas esbozada, es una alianza social distinta. Pero tenemos una contra fuerte: amplios sectores medios colonizados. Creo que hay que empezar por ahi, creo que el problema es cultural. Es interesante ver cómo operan aquí los paradigmas que nos vienen del Centro del mundo.

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