sábado, 24 de julio de 2010

Mariano Fragueiro y Néstor Kirchner

Una relectura de Mariano Fragueiro (“Cuestiones Argentinas” y “Organización del Crédito”), el primer economista argentino, me ha sugerido intentar resignificar algunos lugares comunes de la actualidad.

Para los que sepan poco de él, Fragueiro era cordobés, nació en 1795, fue gobernador de su provincia, ministro de hacienda de la Confederación, diputado, escritor, periodista y senador. Y hombre de consulta de Rosas (aunque se exiló en Chile), de Alberdi y sobre todo de Urquiza luego de Caseros.
Intentó influir sobre la redacción de la Constitución Nacional, pero como sabemos, la que finalmente primó no fue la de la Confederación sino la del puerto de Buenos Aires.

La actualidad se refiere a la idea dominante en cierta oposición ingenua, esa de que “en Argentina nadie resiste un archivo”, refiriéndose al papel de Kirchner como gobernador de Santa Cruz durante los ’90. Hace ya algunos años discutíamos esta cuestión entre amigos, con Juan J. Salinas; su hermano Luis, (preso entre 1976 y 1982, fallecido en 2007), Teodoro Boot, Diego Olivé, Luis Arias y otros. Para divertirnos, editábamos una página web, el Diario-de-la-fin-del-mundo con resultados a veces desopilantes, porque nos resultaba difícil encarar la realidad como no fuera desde el surrealismo. La Argentina, en su vuelta violenta al Tercer Mundo, le escapaba a una análisis serio de la realidad, al menos para los que habíamos conocido otra Argentina.
Fue así como fantaseamos con las alternativas que se le abrían al gobernador Kirchner y de lo que hubiera pasado en caso de declararse antimenemista. Nadie hubiera dado un peso por su futuro político, pero no a largo plazo sino en horas o minutos. La AMIA, la explosión de Río Tercero, las al menos diecisiete muertes dudosas que se produjeron en la época, entre muchos otros, eran sonoros testigos. Menem contaba con los instrumentos estatales adecuados como ahogarlo en muy poco tiempo.
Y para el Diario de la Fin del Mundo subimos una nota con la siguiente noticia: la provincia de Santa Cruz se ha desprendido de la masa continental y navega hacia alguna parte, con rumbo desconocido y acaso sin destino, conducida por un timonel loco: Néstor. Así, con esta versión sudaca de La Balsa de Piedra de Saramago, Kirchner habría dado testimonio de antimenemismo explícito y no existiría el argumento del archivo irresistible.
¿Y por qué lo asocio con Fragueiro, en una de estas asociaciones que solo entiendo yo y mi circunstancia? Porque suele verse el pasado como una lucha entre el bien y el mal, lo blanco y lo negro, etc., etc., y nada más alejado de la realidad. La cosa atañe indirectamente a la cuestión de “qué es el peronismo” y el justicialismo, y estoy tentado a marcar de entrada que si un movimiento político llega en determinada etapa (los ’90) para destruir hasta la base todo lo que alguna vez había construido, hay que preguntarse si perdió su razón de ser, su razón histórica. Si se convirtió en otra cosa,  si dejó de ser el instrumento para una determinada etapa de la lucha del país por ser. Si pasó a ser el instrumento de otra cosa, y en este caso, el instrumento del enemigo, que no es poco.
Algo similar ocurre con lo federal y lo unitario en la historia nacional, tan entroncado con la mitología histórica.

La clave me la dio un trabajo muy interesante de Alfredo Terzaga, la “Historia de Roca”. Terzaga divide minuciosamente entre federales del puerto y del interior, unitarios del puerto y del interior. Tema que recorrimos, con un buen vinito carlón y en el restaurante Oleiros de la calle Piedras, unas charlas nocturnas con mi amigo Alejandro Tarruella.
También tenemos en el haber el papel que pudo jugar y no jugó la generación del 37 (Echeverría, Alberdi, etc.) en la constitución de la Argentina, y a la que Fragueiro no era ajeno. Probablemente, de haberse acercado a Rosas, no hubiera ocurrido Caseros y la Argentina no sería hoy la descendiente de la patria chica que diseñó Mitre. Y dejo a Roca fuera de esto, porque bastantes injustos ataques recibe, como genocida, de los cultores del paradigma originario. Roca, en todo caso, completó lo que Mitre ya había diseñado desde su presidencia y con los que le siguieron, organizando la patria chica. Roca fue un ejecutor, y conste que me pongo del lado del cacique Pincén, bravo entre los bravos, y que de haber vivido en esa época, estaría en el bando equivocado.
El dilema era entonces si Argentina se integraba o no al circuito del Progreso. Cómo se integró fue la resolución de ese dilema, pero la constitución de la burguesía europea (modelo de la derecha, pero también de la izquierda) no fue un paseo en carrozas.  
Punteo otros temas: el Chacho Peñaloza luce como icono federal, pero fue antirosista toda su vida aunque eso es ocultado por el revisionismo.
Algún escritor nacionalista, no recuerdo si Irazusta o Ibarguren, defendió a Rosas por el lado del caudillo que unifica una nación excluyendo toda posibilidad de constitución escrita, lo cual, según ese estudio, lo emparentaba con cierta nobleza británica. Pues Fragueiro, para entrar en tema, vivió exilado en Chile durante el gobierno de Rosas, pero no por ser unitario de los que conspiraban en Montevideo y se aliaban con Francia y Gran Bretaña, sino uno de los federales convencidos de que el país necesitaba imperiosamente una Constitución federal, una organización racional, como alguna vez lo había planteado Artigas en términos más bastos pero no menos conducentes.

Otra cosa lo emparenta con Kirchner: Fragueiro, más que hijo de Adam Smith, como se llamaría entonces a lo políticamente correcto, lo era de Saint Simon y de Fourier, del Dogma Socialista de Echeverría, del llamado socialismo utópico pero también de cierto pragmatismo hijo de la moda de entonces, el positivismo.
En rigor, Fragueiro no entraba en ninguna categoría.
Era una especie de hippie del siglo XIX que usaba pequeñas gafas de vidrio verde, como lo retrató Mansilla, para espantar al aventurero Buschental.
En el próximo post (para no alargarlo demasiado) voy a subir las fundadas opiniones de Fragueiro sobre la deuda externa, la organización del crédito en Argentina y el estatuto de un Banco Central. Su preciso análisis del préstamo de Baring Brothers, y la conveniencia política de devolverlo, reflejan de inmediato sobre la visión del actual gobierno, una cuestión que en el fondo no tiene solución salvo para los locos que creen vivir en un país de vietnamitas acostumbrados a comer 70 gramos de arroz diario y vivir en agujeros bajo la tierra. La deuda externa es hoy una de las principales herramientas de la dependencia, pero independizarse debe ser una decisión de toda la sociedad o al menos de su mayoría, dispuesta a conocer el precio de su sacrificio.   
Desoyendo al Fragueiro, el empréstito de Baring terminó pagándose prácticamente en 1950, cien años más tarde. Pero gracias a ese economista, del que tenemos referencia por una calle en Buenos Aires, la historia pudo anotar las condiciones absolutamente venales del préstamo. Hoy recordadas en solitario por Norberto Galasso.
No se si Fragueiro, con sus anteojitos verdes, hubiera resistido un archivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esperamos el próximo post entonces...saludos..Matias

Archivo del blog