viernes, 23 de julio de 2010

NIDO DE RATAS

Leemos aquí que la banda Pro crujió tras la insólita decisión de su CEO, quien creyéndose por encima de la justicia, pretende ser su propio fiscal, juez y carcelero.
El más notorio de los que dudan si quedarse en el Bounty o huir es Cristian Ritondo, cuya foto de prontuario vemos más abajo.
Hombre de Miguel Ángel Toma, hizo sus primeras armas, literalmente hablando, en la secretaría de Seguridad Interior. Por lo que conozco, eso sí, nunca estuvo en el área de Política Penitenciaria. Ahora está de vacaciones en Miami. En Miami, no en Mar de Ajó.

En la Argentina, durante los 90 resultaba muy fácil ascender vertiginosamente en política: uno estaba un día detrás de un mostrador, o del volante de un auto de carrera, o sobre un escenario, y al otro podía aparecer como secretario de Estado. O ministro. O gobernador. Los 90 dejaron como enseñanza que la política es el vehículo más rápido de ascenso social, una salida laboral para los inútiles codiciosos, los que quieren hacer fortuna ya.
Ritondo viene de esa escuela, donde la "lealtad" era equivalente a la omertá de la N'drageta calabresa, y alrededor de eso (el menemismo) tuvo sus cinco minutos movimientistas.
No voy a decir nada nuevo: los 40 ladrones de Alí Babá.

Si Ritondo se convierte en ex-Pro, ¿dónde se va a refugiar? Previsiblemente detrás del ex-bañero, aunque con eso, el mal llamado "peronismo disidente" no tiene ni siquiera para empezar en la ciudad. No vaya a ser que se recicle en algo peor.
Lo extraño es que no se diga quién es el que verdaderamente está detrás de este derrumbe anunciado del CEO, el boludo peligroso. También se lo conoce como El Cabezón.


2 comentarios:

Fernandoc dijo...

Lo que no termino de entender de los muchachos de pechera amarilla es que estén operando contra sus propios legisladores, justo cuando los necesitan a todos juntitos. Y una vez prendida la centrifugadora, no se sabe cuando puede parar... Que se lo pregunten a Ibarra, si no...

Sujeto de la Historia dijo...

Jorge:
Quizá el CEO, que debe tener mucha más lectura de Peter Drucker que de Tsun Tzu, piense que no es que se le rajen las ratas, sino que está reestructurando la planta de personal de la empresa. Así como, habiendo laburado toda su vida de hijo del patrón, es él quien pide explicaciones a los jueces, y es él quien ordena su propio juicio político. Y es casi enternecedor ver cómo lo va a empaquetando el señor con gigantismo craneal. Pero el único que no logra verlo, para variar, es él.
Un Abrazo

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