martes, 9 de noviembre de 2010

Sobre ¿parlamentarismo o presidencialismo? de Karina Díaz

El post de Karina Díaz me hizo pegar un salto: acaso en el gobierno, o dentro del kirchnerismo, existe semejante discusión, puesta así en términos antagónicos, o no, como dos alternativas constitucionales que los expertos estarían discutiendo? ¿Qué expertos?
Intentaré responderle sin recurrir a una sola cita erudita.
Estoy un poco cansado de ciertos bloggers que te tiran por encima media docena de autores como si eso se inscribiera dentro de la formación política. Siendo la blogósfera un fenómeno totalmente horizontal y auto referencial, y desestructurado, cualquiera puede agarrar para cualquier lado. 
En ese sentido, reivindico blogs sencillitos como el de Mendieta.
¿Alguién está discutiendo seriamente pasar a un régimen parlamentarista? Pero es más, estimada Karina: constituye esa dicotomía un punto, no digo siquiera notable, sino del pelotón o de la retaguardia, en la agenda política real de la Argentina?
Puede suceder entonces, que estemos estudiando lo que no debemos. Y no hablo de las elecciones personales, sino, volviendo arriba, de lo que constituye una pata de la acción política, que es la formación política.  Toda formación que no se subordine a la acción política, es pérdida de tiempo. Podrá ser cultivo espiritual, incluso masturbación en casos extremos pero bien identificados, pero no es política.
El parlamentarismo europeo representa a las distintas fracciones de la burguesía nacional.
En nuestro país no es más que un tópico de cierta oposición. Ahora son parlamentaristas porque no están en el gobierno: si accedieran a él, un escenario imposible, como primera acto, dirían MINGA AL PARLAMENTARISMO. Es que en nuestro Congreso, a diferencia de los europeos, los distintos partidos NO REPRESENTAN FRACCIONES DE LA BURGUESÍA NACIONAL. 
Esa cualidad que vemos allá en el Centro, permite distinguir rápidamente a un inglés de un holandés o de un italiano. Socialistas, conservadores, laboristas, eurocomunistas, verdes, son primero ingleses, holandeses o italianos. 
Realidad que aquí nos es extraña. Imaginemos por ejemplo al caballero Alfonso de Prat-Gay, de noble estirpe bretona, en su condición de eventual integrante del Poder Ejecutivo, Dios no lo quiera, recorriendo los bancos del Centro para volver a incluir a Argentina en la trituradora de la deuda externa. Qué interés nacional defiende el baronet de Prat-Gay? Ninguno, el de ninguna fracción nacional, sino de el de la vieja oligarquía financiera (o llamémosla grupos económicos concentrados) aliada estratégica del Centro.
El presidencialismo argentino tiene su origen en la propia constitución del país. No digo Nación, si es que me refiriera a un paradigma que ya conocemos del Centro. Allá, las burguesías nacionales impusieron a palos o no, su propio concepto de la economía, las palabras, el pensamiento, el sentido, el sistema de producciòn, las cosmovisiones, en fin, TODO.  Más adelante, los sectores trabajadores que se habían opuesto a la superexplotación en la Primera y Segunda Internacional, lograron negociar con las burguesías en el poder, una parte de ese plusvalor que se generaba en la periferia. Y así se constituyeron las Naciones parlamentaristas. 
Allá.




1 comentario:

HUINCA dijo...

Buenas. Además Jorge, se habla del parlamentarismo como si fuera una samblea permanente de ciudadanos, cuando la realidad es que es una suerte de colegio electoral donde eligen al presidente de gobierno, primer ministro o canciller, según el país. Tanto es así, que los partidos se pasan el tiempo firmando acuerdos contra el "transfuguismo", es decir, contra la posibilidad que un parlamentario de un partido se pase a otro, o vote contra las consignas de su partido; eso que acá se considera tan normal. Cuando un partido saca mayoría absoluta, chau, otra que escribanía el congreso. Y en otros países, donde hay muchos partidos, se firma un acuerdo para constituir el gobierno, y también chau. Los parlamentos legislan sobre lo que propone el ejecutivo. No hay más.
Abrazo

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