domingo, 4 de agosto de 2013

HOY, TODOS SOMOS CAPITALISTAS

Percibo en algunas charlas que organizamos con las nuevas generaciones, cierto cansancio o incomprensión de los jóvenes hacia los relatos sobre las luchas de los 60/70 balbuceados por jovatos como el que esto escribe, en especial cuando se los aborda desde una perspectiva heroica; como si los jóvenes de la "generación perdida" hubiéramos sido superhéroes que no nos conformábamos con menos que el Cielo. Lo cual, comparado con las metas políticas prácticas de la actualidad, provoca ese hartazgo o sordera.
A mí me parece que estamos viendo las cosas al revés, por lo cual será imprescindible referirse a esos 60/70 desde otra perspectiva. 
Del mismo modo que sería imposible hacerle entender el capitalismo, la burguesía, el socialismo, la liberación nacional, el concepto de Nación o la liberación femenina a un hombre o mujer del siglo XII, se hace difícil el diálogo entre los jóvenes de hoy, que viven en un resquebrajado capitalismo global cruzado por fundamentalismos islamitas de difícil comprensión, y las generaciones anteriores hijas de la posguerra, de resquebrajamiento de los imperios coloniales, de la guerra fría y sobre todo de existencia del socialismo en sus distintas variantes, todas ellas muy alejadas de la teoría de Marx y Engels, que pontificaban el triunfo universal del proletariado cuando la burguesía hubiera agotado su ciclo. 
El socialismo funcionaba como un OTRO fantasmáticamente ideal diferente de esta injusta, inequitativa, por momentos atroz realidad del capitalismo en que vivíamos. 
En la Unión Sovética, sobre todo, no se cumplían las prevenciones de Marx: en ese conglomerado de naciones con cultura disímiles, el proletariado y la burguesía industriales eran marginales. Cuba era un pequeño país monoproductor. Etc.
En general, los "superhéroes" de los 60/70 tenían a ese OTRO como modelo, pero no había un solo modelo sino muchos: las vías cubana, soviética, china, yugoslava etc. etc. al socialismo, cada cual con su propia receta.
Curiosamente, se carecía de una vía argentina hacia el socialismo construida teòricamente.
Se había teorizado sobre la Unión Soviética, sobre China, sobre Cuba hasta cierto punto, etc etc.
Y si el peronismo era lo que más se parecía a una experiencia popular, lo que resultaba incomprensible (para muchos de ellos) era su carácter "movimientista" toda vez que desde la perspectiva eurocéntrica, una clase social se impondría a otra, y ese proceso tenía dos nombres propios inamovibles: proletariado y burguesía. 
Este imaginario adquiría significación en amplios sectores ideologizados (sobre todo medios, pero también obreros) de la Argentina. En mi opinión, excesivamente ideologizados por experiencias ajenas. De esa ideologización no escapaban los sectores más proclives al peronismo.
En determinado momento, Montoneros "descubrió" los beneficios del "movimientismo", pero el resto de las organizaciones decía representar o interpretar los intereses de una clase obrera(1) que sólo existía en los libros y en algunos militantes aislados que en general habían padecido ese proceso de ideologización.
Si un señor feudal del siglo XII no podía entender lo que significaba "socialismo", un europeo del siglo XX no podía entender que en las semicolonias como Argentina se produjeran movimientos nacionales de liberación. ¿Liberación de qué, si esos países se habían conformado (supuestamente) a imagen y semejanza de las grandes naciones del hemisferio norte? Para peor, la Argentina abominaba de sus orígenes mestizos, comunes a toda América, y se creía, se veía a sí misma, como blanca.
Como sabemos, el socialismo real en Europa se esfumó y Cuba y China siguen caminos poco emparentados con lo que preconizaban los jóvenes idealistas de los 70. Y a diferencia de esos años, donde un amplio sector de la juventud había leído una amplia lista de obras de Ho Chi Minh, Lenin, Giap, Marx, Marighela, con un extenso etcétera, cuando no las investigaciones de los teóricos de la dependencia (Furtado, Faleto, etc.) y a los muchos poetas y narradores que creían en lo que pomposamente se denominaba "la revolución", desde Neruda a Guillén y Maiakovsky, hoy la lectura (¿erudita?) ha perdido el valor que tenía. Pero eso no necesariamente es un disvalor, ya que puede servirnos para ver (a quien quiera ver) la realidad desde nosotros mismos, es decir, desde nuestra propia historia. A nadie debe preocupar demasiado ese abismo de lectura.  
Por demás, no sabemos hacia dónde vamos, o al menos hay infinitas versiones de ese futuro que en los 60/70 tenía un curso "ineluctable", es decir, un destino que como tal no carecía de una cuota de fatalidad.
Fatalidad (debo agregar) que en aquel entonces se presentaba como venturosa. La realidad se encargó de desmentirlo.

(1) Aunque algunas de ellas ensayaban su acercamiento a los distintos sectores mediante supuestos "Frentes" obreros, estudiantiles, etc.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que ya se lo he dicho: la bandera venezolana no es la oficial.
http://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_Venezuela

Jorge Devincenzi dijo...

De esto no se desprende, y lo ampliaré en futuros post, estar CONTRA LA LUCHA ARMADA de la que partiicipé. Creo que se la sobrevalora o se le otorga una centralidad de la que, viéndolo en perspectiva, carecían.

Antonio (el Mayolero) dijo...

Y, si, habían leído a todos los europeos, pero no a Scalabrini, a Manuel Ugarte, a Jauretche, a Hernandez Arregui, a Abelardo Ramos. Por supuesto mucho menos a Alem....

Jorge Devincenzi dijo...

Unos cuantos los habíamos leído (a Jauretche, a Hernández Arregui, etc.) pero le otorgábamos una significación distinta a la que podría tener en la actualidad, o los leíamos mal

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