Hace
unos cuantos años, una película española (“Asignatura pendiente”) se hizo
famosa por una frase emitida por el personaje que actuaba José Sacristán: “no
podemos pasarnos otros 50 años hablando sobre los 50 años que pasaron”. No es
textual, pero esa era la idea.
Está
visto que frases, preceptos, refranes y fábulas de Esopo, Samaniego, Lafontaine
y otros, sirven para un barrido como para un fregado. Aquí le sirvió a Bernardo
Neustadt, socio o ex socio por ese entonces de Marianito Grondona, para tapar
mediáticamente los crímenes de la dictadura, y de paso, adscribir al Consenso
de Washington, al menemismo, a María Julia, a las privatizaciones y a un Estado
activo en la exclusión social. Los sectores sociales beneficiados directa o
indirectamente de ello, lo seguían con cierta meliflua devoción por la
popularidad que había tenido antes la tablita cambiaria y en ese entonces la
convertibilidad.
¡Al fin
pertenecíamos a un Primer Mundo virtual donde no se premiaba el trabajo y el esfuerzo
sino la tenencia de dólares!
Esto es
archisabido, pero viene a cuento por una frase actual de Ernesto Laclau, quien
sostuvo en una entrevista reciente que las políticas inclusivas llevadas a cabo
por Cristina “son verdurita” comparadas con las realidades efectivas del primer
peronismo. Celebramos la evolución ideológica de Laclau y queremos decir,
solamente, que en términos de poder de los sectores dominantes, estamos mucho
más atrás que en los 50, y esa fue la comparación de Laclau.
Luego
de Neustadt, del menemismo y del Consenso de Washington, se destaparon los
innumerables crímenes de la dictadura (que arrasaron a dos generaciones) y se intenta desde hace una década
construir un Estado al servicio del pueblo y no solo de los poderosos. Pero
queda mucho por hacer y no es fácil remover costumbres arraigadas, porque no en vano este Estado fue diseñado a través de
siglos para servir sólo a los poderosos de siempre, desde Rivadavia y Mitre en
adelante.
Otra
realidad archisabida (que a veces olvidamos) es que el poder
político-institucional es una parte pequeña del poder real de este país, y en
este sentido reivindicamos no solo la decisión de Néstor Kirchner de “no dejar
los principios a un lado” sino también el haber restablecido el principio de
autoridad presidencial, principio del que hace gala Cristina. Un mes atrás, más
de uno la imaginaba esfumándose de la escena, y hoy de nuevo está en el centro
de ella.
A los
márgenes, a derecha o izquierda, sólo hay saltos al vacío (lo que Perón llamaba "bosta de paloma").
Y si bien sigue vivo en
la imaginación de mucha gente pertenecer al Primer Mundo o fantasear con la
convertibilidad, esa gente no es tonta cuando llega la hora de dar saltos al
vacío. Simplemente no los da.
Pero no por ello hay que quedarse sentados esperando que la magia nos envuelva: hay que militar la calle, convencer con hechos, trabajar sobre el estúpido individualismo impuesto como sentido común dominante.
Y eso
nos indica que si es necesario, seguiremos otros 50 años hablando de los 50
años que pasaron.
2 comentarios:
Me soplan acá por la cucaracha que los años eran 40 y que la película era "Solos en la madrugada".
Muy bueno el programa.
Es cierto, me equivoqué. Solos en la madrugada (1978) y Asignatura Pendiente fueron dirigdas por Garci y protagozadas por Sacristán.
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