martes, 1 de diciembre de 2015

LAS PRIMERAS CUATRO MEDIDAS DE MACRI, EL LÍDER



Ante los incesantes aumentos de precio de bienes de consumo y la casi total desaparición de los productos incluidos en la canasta de precios cuidados resulta interesante dar a conocer cuáles serán las primeras medidas que implementará el nuevo líder argentino Mauricio Macri, todo un estadista.


La primera será: fideos al vino tinto.



Ingredientes:

Fideos mostacholes secos italianos: cantidad necesaria.

Media cebolla boliviana.

Un puñado de blanco de apio colombiano. (El bolivariano es de mala calidad y se importó con gorgojos).

150 gramos de panceta salada polaca cortada en trocitos.

Una copa grande de vino malbec (nada de tetrabrick, eh) chileno exportado desde Mendoza y etiquetado en Valparaíso como producido local.

Aceite de oliva griega: cantidad necesaria.



Preparación:

Se cuecen los fideos: al dente, 9 minutos.
Se procesan (un breve toquecito) la cebolla y el apio y se blanquean en el aceite de oliva en una sartén de teflón alemana occidental.

Se agregan la panceta y el vaso de vino.

Se tapa cinco minutos y luego se retira la tapa para que evapore el alcohol.



Se sirve espolvoreando con queso parmesano (de Parma, ¿de dónde, sino?).
Comer bien caliente. Precio aproximado en Argentina: entre 26 y 30 euros.
¿Papá Franco estará orgulloso aunque tenga que comerlos licuados, convertidos en papilla?

lunes, 23 de noviembre de 2015

APUNTES EN CALIENTE

Se echan la culpa unos a otros. Unos pocos, enamorados de las palabras como si de pavos reales se trataran, sintieron un "desgarro" por la elección  de Scioli como candidato. Como si Randazzo hubiera sido Perón resucitado. 
Otros prefieren que se pierda esta etapa para volver con nuevos bríos en la próxima. O reivindicaron estar desorganizados. O creyeron que ser autoconvocado alcanzaba. El resultado demostró lo poco representativos que fueron unos y otros, mientras arreciaban los mutuos pases de factura. A eso hay que sumar la creciente influencia de los medios de comunicación (que tiende a esa homogeneidad que aquí se critica), la desmemoria y la despolitización de un sector de la sociedad.
A continuación, las siempre ajustadas palabras del compañero Teodoro  Boot.

Por Teodoro Boot

Festín caníbal


El resultado del balotaje debe ser visto desde los resultados de la elección general del 25 octubre, fruto a su vez de una serie sucesiva de desaciertos de distinto nivel y calibre, probablemente consecuencia –¿inevitable?– de doce años de ininterrumpido ejercicio del poder político. No viene al caso aquí analizar ni pasar revista a lo que acabamos de llamar “desaciertos”, algunos de gestión, otros de estrategia y los más, de construcción política. Pero resulta oportuno recordar o parafrasear a Juan Perón: “Las fuerzas políticas no valen por su número sino por su organización y la capacidad de sus dirigentes”.





En el caso del Frente para la Victoria, la principal característica de gran parte de su plana dirigente fue la tendencia al canibalismo. Es que uno de los principales errores en la acción política es la arrogancia, la soberbia y el menefreguismo que surgen de la creencia de tener la vaca atada.

Ya desde los meses previos a las Paso, la dirigencia del Frente para la Victoria olvidó la realidad, se desentendió del pueblo –tanto de su masa adherente como de los sectores opositores o desinteresados– y se abocó con fruición a una suicida batalla campal interna (que, curiosamente, se agravó entre las primarias abiertas y la elección general) y a estrategias electorales que parecían elaboradas por el brain storm de un grupo de trabajo reclutado entre internos del Borda.

El resultado de la elección general paralizó y prácticamente colocó en estado catatónico a la dirigencia del FPV. Los pases de factura y ajustes de cuentas en plena campaña electoral –que no tuvieron lugar únicamente en la provincia de Buenos Aires, como a primera vista pudiera parecer– produjeron el peor de los resultados imaginables. Todos los dirigentes y activistas sabían que de no ganar en primera vuelta, el balotaje sería casi imposible de superar: el candidato del FpV se enfrentaría solo contra “el resto del mundo”.  

A esta dificultad había que sumarle lo que seguramente fue la política más abiertamente autodestructiva del FpV: la permanente erosión del propio candidato, que viene de lejos y que encontró su punto más alto en el asombroso eslogan: “El candidato es el proyecto”. Si el candidato es el proyecto ¿para qué es necesario un candidato?

Tras las elecciones generales, esa dirigencia quedó groggy, sin  atinar siguiera a levantar los brazos y devolver los golpes, mientras el Pro, que mediando un resultado ligeramente distinto en la segunda vuelta por la elección de la jefatura de gobierno de la CABA, habría estado a punto de desaparecer como fuerza política, recuperaba bríos y encaraba el tramo final de la campaña con espíritu ganador.




El sopor dirigencial y la confusión de los activistas fue compensado con un notable fenómeno de autoconvocatoria y movilización de la base de adherentes, que a falta de una campaña coherente y sostenida, la tomó en sus manos y la llevó adelante con los escasos recursos que le era posible conseguir. Los volantes y carteles manuscritos son realmente conmovedores y deberían llamar la atención de unos y otros, pues se ha puesto en marcha un movimiento que será difícil detener, pero que puede ser sencillo malversar.



Aprender a los golpes

Así como a despecho de la opinión de los sociólogos, para comprender las conductas de la sociedad argentina actual es muy conveniente la relectura de El medio pelo de Arturo Jauretche, Técnica del golpe de Estado de Curzio Malaparte conserva tan extraordinaria actualidad que, no obstante haber sido publicado por primera vez en 1931, debería ser lectura obligada en los ambientes políticos.

Desde las 18 horas del día 22 de noviembre se puso en marcha una manipulación informativa que contó con la entusiasta –y se supone que involuntaria– colaboración de los medios y periodistas oficiosos y hasta oficiales. Para muestra, un botón: el insólito zócalo de la televisión pública que, al tiempo que ponía en pantalla los resultados de un cinco por ciento de los votos, titulaba: “Argentina eligió presidente”. Semejante título acompañado de cifras en las que Macri obtenía una diferencia de entre 7 y 8 puntos era todo un editorial, particularmente porque tratándose de tan pocos números oficiales, el final no estaba cerrado. El tiempo verbal que correspondía era el presente: “Argentina elige presidente”.

No había pasado un minuto desde que se cerraron las puertas de las escuelas cuando C5N tituló, y mantuvo a lo largo de toda su transmisión: “Ganó Macri”.

Así, mientras las consultoras y encuestadoras, una tras otra, negaban haber realizado encuesta alguna luego de la votación (información que NO se difundió sino hasta horas después), periodistas, autotitulados politólogos y hasta tipos cuyo único antecedente en la materia es el título del Iser, realizaban estrambóticos análisis políticos y hasta se la daban de expertos psicólogos capaces de leer el lenguaje corporal.

Estamos habituados a la chantada sistemática de los periodistas televisivos, obligados a llenar el tiempo de ruidos que parezcan palabras, pero este domingo fueron superadas todas las experiencias: periodistas y falsos expertos sacaban conclusiones en base a una frase –“Ganó Macri”– sin que existiera ningún dato que permitiera sostener un afirmación tan categórica.

Y ya en una desenfrenada caída hacia el ridículo, continuar con la sanata y seguir sosteniendo la consigna en base a la difusión de un resultado general con pocas mesas escrutadas. Y, lo que no es menor, sin tomarse el elemental trabajo de analizar los datos, a disposición de cualquiera con acceso a una computadora que no fuera tan perezoso. Cualquiera podía advertir que, aun ya con un veinte por ciento de mesas escrutadas, los porcentajes no se acercaban a lo que sería el resultado final si, por ejemplo, recién se llevaban computados menos del 1 por ciento de los votos de la Tercera Sección electoral.

En tanto, a los psicólogos y mentalistas expertos en la lectura del lenguaje corporal no les llamó la atención la insistencia de los políticos del Pro en invocar extraoficialmente una victoria que no se podía sostener con seguridad: ninguna boca de urna, ni siquiera el mucho más preciso sistema de análisis de mesas testigo desarrollado por cada partido, podían asegurar nada en base a una diferencia tan exigua como la que en realidad terminó existiendo: 51,40 % contra 48,60, un 2,8 %, apenas 704 mil sobre un total de 25 millones de votos emitidos.

Cabe puntualizar que, en un balotaje, cuando los votos que pierde uno, los gana su rival, a los efectos prácticos ese 2,8 % se reduce a un 1,4%.

Sin embargo, desde el primer minuto pudo crearse en la sociedad la convicción de un triunfo de Macri y, lo que es más notable, la idea de la derrota en la militancia del FpV.

El asombro se incrementa apenas uno repara en que el gobierno y el manejo de más de un par de medios de comunicación y del sistema de Inteligencia no se encuentra en manos del Pro sino –aparentemente– en las del FpV.

Pero esos medios, sus periodistas y los propios dirigentes del FpV corrieron detrás de un rumor echado a rodar sin datos que lo sostuvieran.

Les propongo un ejercicio: imaginen el efecto político de un resultado en el que Scioli se hubiera impuesto por tan exigua diferencia. Es de cajón que su legitimidad para gobernar hubiera sido cuestionada de inmediato. Sin embargo, nadie ha cuestionado la de Mauricio Macri, cuya capacidad y legitimidad son muy inferiores, habida cuenta que no cuenta con número suficiente en ninguna de las cámaras.




Reflexiones en chancletas

En los próximos tiempos surgirán dos tentaciones dentro del FpV: la de fingir demencia por parte de muchos dirigentes y la de cobrarse cuentas y cortar cabezas por parte de unos cuantos de los numerosos decepcionados o damnificados por esa dirigencia. A esto se sumarán las tentaciones de quienes quieren separar y diferenciar el “kirchnerismo” del “peronismo” y las de quienes quieren separar y diferenciar el “peronismo” del “kirchnerismo”. Ambas tienen el mismo efecto centrífugo, aunque sus motivaciones son opuestas, pero a la vez reconocen un elemento en común: la vocación minoritaria.

La cariocinesis ha sido el tradicional método de crecimiento de los grupos de la izquierda argentina: al igual que los organismos unicelulares, se reproducen dividiéndose en dos. Esta peculiar y ciertamente insatisfactoria técnica sexual se origina en el modo ideológico, o para decirlo mejor, abstracto, de construir la identidad política: yo soy yo en  tanto soy diferente a otro. De ahí ese apego a los programas, cuando más detallados, mejor, que pongan permanentemente a prueba el grado de acuerdo alcanzado.

Los movimientos nacionales de liberación se construyen según un método opuesto, que, por indiscriminado, algún zafio podría comparar al de una orgía: partiendo de un antagonismo insalvable, el del pueblo y la nación contra la elite y el imperio, el camino hacia la construcción de la identidad pasa por la búsqueda de coincidencias, por encontrar que es lo que tenemos en común con el otro, y dejar las diferencias en segundo plano. Y es lógico que sea así, porque no se trata de construir un partido sino de poner en marcha las fuerzas nacionales, de darles impulso y encontrar una dirección.

De ahí que el mayor peligro que enfrentan los movimientos nacionales no se encuentre en su exterior sino en su propio seno, y eso es el sectarismo, porque el sectarismo –esa psicótica búsqueda de las diferencias– atenta contra la propia naturaleza de un movimiento nacional de liberación que, para serlo, debe ser necesariamente cada vez más amplio y heterogénero.

Esto asusta a algunas mentes demasiado cartesianas o inseguras, que reaccionan en busca de la homogeneidad, en cumplimiento de la sentencia de la viuda a sus hijos en el velorio del marido: ahora que somos menos vamos a estar más unidos.

Esta tentación está siempre presente y es siempre igual de peligrosa, tanto cuando se manifiesta en nombre de la tradición y la pureza doctrinaria, como cuando usa el pretexto la pureza revolucionaria. Evitarlo y evitar que operen sobre estas fuerzas centrífugas los intereses externos, es tarea de la conducción y la plana dirigente, pero es también responsabilidad de militantes y activistas, en mayor medida en circunstancias como la que atraviesa actualmente el FpV.

La condición básica, el supremo valor político es el de la unidad. Para preservarla es preciso conservar la calma y el sentido de las proporciones, evitar la histeria y las ansias de revancha y castigo, la pasión robespierana por guillotinar a los propios. Ya llegará el momento, pero, por lo pronto, se impone conservar la unidad, evitar la frustración y la dispersión de un conjunto político y social, no sólo de por sí mayoritario, sino lo suficientemente diverso y coherente.

Un enorme porcentaje de quienes votaron a Daniel Scioli están dotados de firmes convicciones. La responsabilidad primera, es que no las pierdan. La segunda, impedir que sectores intrínsecamente minoritarios que sólo tienen en común el odio que profesan al Fpv, avancen como Pancho por su casa, sin nuestra firme oposición. La tercera, llevar a ese conjunto social a la victoria a través de la paciente y sistemática construcción de mayorías.

Y si alguien tiene un método mejor, que avise.

jueves, 19 de noviembre de 2015

MACRI, EL PEQUEÑO MARTÍNEZ DE HOZ ILETRADO



 
En EEUU, Magnetto no podría presidir (ni siquiera integrar) un emporio mediático: solo un turista de lujo. El hombre ni siquiera podría ser titular de una radio comunitaria. Pero sí puede depositar sus ganancias en un banco, sobre todo en algún paraíso fiscal como el estado de Delaware.
Argentina no puede producir ni exportar champagna, denominación de origen de un vino espumante de las Ardenas francesas, sino un vino espumante equis con marca registrada.

Ni queso roquefort, de leche de oveja de la raza Lacaune que sólo se produce en una zona minúscula de las caleras de Roquefort-sur-Soulzon. Ahora aquí es solo un queso azul.

Ni cognac, denominación de origen de la Angulema francesa. Y así.


Las naciones centrales poseen fuertes medidas proteccionistas que ascienden a unas 4.000 en promedio contra solo 600 de Argentina.

Macri quiere, además de mirarte a los ojos y calibrar la mutua grandeza de los votantes (si lo votan a él, presumo), reducir paulatinamente las de Argentina

También se propone, además de tomar deuda en el exterior (lo que produciría un monumental desbarajuste jurídico con quienes entraron aquí en las dos restructuraciones de 2005 y 2010 dando derechos a los holdouts) bajar a cero los aranceles.

Eso no lo dice en los spots porque él persigue la revolución de la alegría y mirarnos a los ojos, cuando quien esto escribe no ve más que hueca frialdad en los suyos.

Su programa, en definitiva, es básicamente el del Consenso de Washington (apertura y desregulación de la economía, privatizaciones) que pusieron en práctica Martínez de Hoz y Cavallo.

Pero sus colaboradores no son tan tontos y el votante inadvertido no tiene por qué enterarse. Por otra parte, entre los suyos hay partidarios del shock y gradualistas.

Con arancel cero, la industria local queda desprotegida y hay otros países dispuestos a exportar a precios de dumping, es decir, debajo de su costo. China en especial.

Como ya relaté, la empresa Techint apoya a Macri como presidente, pero si ante tal eventual posibilidad éste bajara los aranceles para chapa de acero, entrará libremente chapa china, más barata, e inevitablemente aquí habrá desocupación. No lo hará. No para impedir la desocupación sino para congraciarse con Rocca. Algo parecido hizo Martínez de Hoz para proteger a Acindar, su propia empresa.

Esta es la vieja discusión sobre proteccionismo o librecambio. Vieja discusión donde ha menudeado la violencia más despiadada.



Van algunos ejemplos:

- La Ley Oñativia de medicamentos nacionales tomada por el presidente Illia contribuyó a que los laboratorios multinacionales apoyaran su derrocamiento con el argumento de que era una “tortuga” para tomar decisiones.

- Entre fines del siglo XVIII y la primera década de XIX, Napoleón I adoptó el Sistema Continental proteccionista pero terminó siendo derrocado por la librecambista Inglaterra en Waterloo. En este caso, la guerra contra la alianza entre Prusia, Rusia, Gran Bretaña y Austria monárquica fue prácticamente constante.

- La Guerra de Secesión significó en EEUU el triunfo del norte industrial y proteccionista sobre el sur librecambista algodonero. Con otro resultado, la industria norteamericana no existiría.

- Para introducir a la fuerza el librecambio en Argentina, flotas de Francia y Gran Bretaña cargadas con mercaderías intentaron en 1945 ascender las aguas del Paraná pero su operación fue impedida por tropas de Juan Manuel de Rosas en Vuelta de Obligado y El Tonelero para defender la incipiente industria regional argentina.

- La Armada británica logró introducir a cañonazos la libre circulación del opio en China durante el siglo XIX.

- Mucho antes de la existencia del capitalismo, el Imperio Romano se empeñó en destruir las artesanías locales de las Galias, de Cartago y de Bretaña (es decir, de todos los confines de su dominio) en favor de los productos romanos que debían ser usados en exclusivo. Los métodos de destrucción empleados por las legiones solían ser implacables: crucificaban a todos los vencidos, sembraban toneladas de sal sobre la tierra fértil para impedir que se pudiera volver a sembrar, etc.

- La Armada británica arrasó la extendida industria textil de la India en el siglo XIX porque podía competir con el imparable capitalismo británico. Y Marx lo justificó por eso del “curso ineluctable de la historia”, ya que la de la India tenía un modo de producción pre-capitalista y los británicos querían colocar sus propios textiles, quizás tejidos con la lana de las ovejas de la Patagonia.



Entretanto, naciones como la nuestra tienen reservado el rol de productoras de materia prima. Es decir, todo proteccionismo es visto con malos ojos y la sustitución de importaciones significa intentar construir un Otro que las naciones centrales no toleran. Ese Otro solo puede edificarse a costa de apropiarse de parte de la renta diferencial del agro. Y eso es obra del Estado.





martes, 17 de noviembre de 2015

¿QUIENES ORGANIZARON EL DEBATE?



Hasta hace no más de un mes, había dos debates por el balotaje. Uno propiciado por TN, el otro por la ong Argentina Debate. De pronto, el de TN dejó de ser propiciado. Se esfumó. Quedó solo el de esa ong, y TN no protestó. ¿Por qué? Porque TN y Argentina Debate representan los mismos intereses. Eso determinó el propio formato de show televisivo.

¿Quiénes integran esa supuesta "ong"? 
No hay representantes de la universidad pública, en primer lugar: sólo de las muy elitistas Universidad Austral y de San Andrés. En sucesivos post iré develando quiénes son los integrantes de Argentina Debate.
Los interrogadores estaban encabezados por Malcelo Bonelli, que si nunca aprendió a escribir, tampoco sabe hablar. Novaresio es un bobi. Y el tercero no existió.
Hoy me limitaré a uno de los integrantes de la ong: Federico Braun.

Braun es el titular de la cadena de supermercados La Anónima
La Anónima tiene 160 sucursales en el sur del país, distribuidas en 79 localidades. Pero, con ser poderosa, la cadena es solo la superficie de un poderoso grupo económico con una larga historia en la Patagonia.

El nombre completo de los dueños de la cadena es Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, nacida en los primeros años del siglo XX. Es propietaria de inmensas estancias que se dedicaban originariamente a criar miles de ovejas cuya lana sucia era exportada a Inglaterra y volvía al país convertida en casimires. Sus dueños fueron siempre las familias Braun Menéndez y Menéndez Behety.

Como en aquellos años la lana era exportada desde el puerto de Buenos Aires hacia Europa por vía marítima, La Anónima tenía un estrecho vínculo con la Armada, y más específicamente con el Comando de Transportes Navales. La necesidad de apurar los envíos llevó a La Anónima a inaugurar el transporte por avión, lo que la llevó a crear Austral Líneas Aéreas en 1971 adquiriendo aparatos pertenecientes a la pequeña línea aérea ALA, entonces dirigida por Álvaro Alsogaray. Austral tuvo un rumbo errático hasta ser estatizada y modernizada por el Estado.

El escritor David Viñas relata en “Los dueños de la tierra” que los Braun Menéndez no adquirieron esas extensas estancias. Por el contrario, se las arrebataron a los habitantes originarios y para constatar la apropiación contrataron a un grupo de hombres que, armados,  cobraban por la efectiva apropiación pagando un peso por cada par de orejas de originario abatido.

Hoy, como Braun lo ha reconocido públicamente, las ganancias de los supermercados La Anónima se depositan en Suiza.  




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