Los sucesos de Bariloche han sido bien desmenuzados por los especialistas.
Por eso decidí subir hace unos días una nota de Tato Contissa, quien además de agudo observador de la realidad, vivió lo suficiente en esa ciudad de Río Negro como para conocer el paño.
Estamos frente a un cóctel peligroso de exclusión social, modelo turístico inviable, pliegues autoritarios, corrupción policial, ceguera de la clase política, y un Estado todavía demasiado prescindente. Paradojalmente, el marco general de ese panorama es el de un gobierno nacional que viene planteando cambios a una sociedad donde esos cambios no llegan con la profundidad suficiente, que permanece indiferente, o los rechaza. Como si eso fuera una fotografía de lo hondo que ha calado el disciplinamiento y el individualismo de ya sabemos qué origen.
Aunque no soy de los que le dan al blog un tono intimista o de confesiones personales, quiero relatar brevemente (como excepción) algo que parecerá inverosímil aunque es absolutamente real, y de lo que fui testigo y partícipe durante la década del 90.
Por una combinación de circunstancias que no vienen al caso, aunque incluían el efecto que me produjo el triunfo electoral de Menem en 1989 y la temprana sospecha (me quedé corto) de lo que vendría, ese año me radiqué en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba.
Y allí permanecí por una década tras la fantasía de una vida pacífica, sana y alternativa. Llegué imaginando un mundo que no existía, pero tardé en advertirlo.
En primer lugar, los porteños no son aceptados con facilidad en ese pueblo turístico. No es que los discriminadores fueran originarios, cordobeses o serranos: eran porteños llegados en anteriores tandas de migración de la que ahora puedo rescatar dos: tras la construcción del Dique Cerro Pelado en las nacientes del río Tercero, y cuando la dictadura cívico-militar se desbandó después de Malvinas.
Pero no es eso lo que quería relatar, sino cómo en mi vida pública, escribiendo en un periódico local y opinando en la FM local, conocí allá a ciertos personajes que entran perfectamente en el modelo del que Bariloche es una especie de forúnculo. No daré sus nombres porque no los recuerdo: si ellos lo leen, se reconocerán perfectamente. Y si quienes los frecuentan advierten el parecido con los seres reales, mejor. Como para que se alejen de ellos tanto como sea posible.
Se me endilgará que la gente debe tener la oportunidad de cambiar. No estoy seguro.
Excepto uno, el resto se habían reciclado en el sistema educativo como maestros de ciclo primario y profesores del secundario. Lo que no puedo medir es su contribución al sentido común de los chicos que pasaron por su lavado de cerebro, y que hoy son los adultos que votan.
Mis hijos eran sus alumnos.
Mis hijos eran sus alumnos.
A poco de llegado, conocí a una activista de la ecología, referente local del medioambientalismo, con gran influencia en la población escolar del pueblo por su liderazgo. Entiéndase bien: no era una cultora del pensamiento light que tan bien satiriza Radio Barcelona sino una extremista totalitaria de la ecología, una stalinista de la vida autosuficiente, la macrobiótica, el vegetarianismo, la cromoterapia y otras tonterías similares. Unos meses mas tarde nos confesó que era oficial retirada de la Policía Federal, y que había abandonado la temible Coordinación Federal por “fatiga de combate”.
El segundo era un afable profesor de tecnología en la escuela parroquial de nivel secundario del lugar, dirigida por un cura putañero que solía repetir que “en los 70 le había puesto el pecho a las balas”, aunque nunca pude enterarme de dónde venían esas balas. El tal profesor era especialista en comunicaciones y, como todos sus colegas del Ejército, afecto a la vida deportiva. Cuando se hablaba “del Proceso”, su rostro se oscurecía y cambiaba de tema.
El tercero era un chileno, profesor de educación física de la misma escuela parroquial, prófugo de la justicia de su país por cuestiones de derechos humanos.
Dejé al que sigue para el final por todo lo que sugiere. Si creen que exagero, se equivocan.
Lo conocí en circunstancias relacionadas con la compra de una casa en un barrio alto de Santa Rosa. Con total desparpajo, me mostró primero su amplio garaje, donde guardaba dos autos de la misma marca y año de fabricación (Dodge Polara, creo), uno casi deshecho, el que usaba a diario en sus vueltas por el pueblo, y otro impecable, recién pintado. Ambos con la misma patente.
Pero la impunidad no terminaba allí, o mejor dicho, recién empezaba. Tengamos en cuenta que estamos hablando de 1992 ó 1993. El tipo abrió el auto en buen estado, y vi lo que vi: un dispositivo extraíble bajo el asiento guardaba una ametralladora. En los bolsillos de las puertas delanteras, armas de puño y granadas. “Un loco de la guerra”. Le pregunté:
-¿Para qué tenés este auto guardado?
-Para escapar- me respondió como si tal cosa.
-¿Para qué tenés este auto guardado?
-Para escapar- me respondió como si tal cosa.
Se dedicaba a comprar y vender cheques, quizás robados. Solía pasear por el pueblo con su mujer, y llevaba siempre a la rastra (3 ó 4 metros por detrás, siempre detrás) “una criadita”, una nena cuya edad coincidía con la de alguno de los chicos apropiados durante la dictadura. Recuerdo que era natural de Rosario. Antes de retirarme me confió: “estuve en la custodia de Massera”. Volví a verlo en el palco oficial de un acto, junto a las autoridades municipales de entonces, menemistas de la primera hora.
En Santa Rosa sobrevive una secta a la que también habría pertenecido López Rega, y que fue estudiada por Alfredo Silletta. Son gente poderosa: tienen tierras dedicadas a la soja, escuelas y una fábrica automática de panificados.
Y basta por hoy: para blog, es demasiado largo.
NOTA PARA ALARGARLO TODAVÍA UN POCO MÁS: Y ni que hablar de los nazis de Villa General Belgrano, reales e impostores, sus descendientes, y quienes lucran con todo eso. Un auténtico paisaje de Tirl falsificado. Allí no se analiza que para los alemanes auténticos, los tiroleses eran seres inferiores. Ja
NOTA PARA ALARGARLO TODAVÍA UN POCO MÁS: Y ni que hablar de los nazis de Villa General Belgrano, reales e impostores, sus descendientes, y quienes lucran con todo eso. Un auténtico paisaje de Tirl falsificado. Allí no se analiza que para los alemanes auténticos, los tiroleses eran seres inferiores. Ja
1 comentario:
A mi me parece increíble que los gobiernos "democráticos" no hayan sido capaces de controlar a sus policias y creo que esa es la principal razon de la politica de no represion de parte del kirchnerismo, porque sabe que si ordena reprimir se transforma en otrogobierno asesino como Menem , De la Rua , Duhalde , Sobisch o Verani en Rio Negro ( Bariloche ) . Me decian que no se acusa a Verani porque se supone que es un radical K pero bueno para mi es otro asesino .
Y Bariloche otro reducto nazi como bien se veia en el documanetal pacto de silencio y las complicidades de la high society barilochense con el criminal nazi Erik Priebke .
Ojala en la TV Publica repusieran el programa Ficciones de lo Real que era mi programa favorito aparte de 678 , donde podiamos ver esos documentales .
Un abrazo
Publicar un comentario