domingo, 1 de agosto de 2010

Caña con ruda: ¿Corrientes o Besarabia?

Cuando todos estábamos convencidos de que la costumbre de ingerir caña con ruda para ahuyentar la mala onda de agosto es natural de Corrientes, un estudio de la universidad de Bologna reveló que es originaria de Besarabia, esa parte de territorio turco que el zar Alejandro le birló al Imperio Otomano en 1812.

Tan sorprendente afirmación fue vertida por la doctora Nicoletta dell'Buracco, titular de la cátedra de Medicinas Alernativas de esa acreditada casa de estudios italiana: "en la antigua Besarabia, la caña con ruda no era consumida para impedir que la gente de la tercera edad sucumba a las enfermedades invernales sino para ahuyentar a los mosquitos".

Fue en el marco de una charla para la hora del té organizada en el Salón Bullrich Luro Pueyrredón y Las Heras de la Sociedad Rural Argentina, donde se está desarrollando la 124ª exposición de ganadería y pesca que QUE LA JARANA... compartió con otros medios del sector como "La Chacra", "La Nación", "Clarín Rural", "Leches Argentinas" y "El Yuyito de Platino" que dirige el ingeniero Huergo.
El recinto, donde el olor a bosta proveniente de los galpones vecinos aportaba una cuota de nostalgia de las hoy imprescindibles épicas de la Patria, contó con la presencia de lo más chic de la aristocracia como el Momo Venegas y Chiche Duhalde, a quienes sorprendimos en amable plática.... ¡en francés!
Estos son algunos de los tramos de la amena charla de la doctora dell'Buracco:

Ustedes se preguntarán por qué Besarabia es rusa cuando debería ser turca, y por qué sostengo que la caña con ruda es originaria de ella y no de Corrientes.
Vayamos por partes.
A principios del siglo XIX, Besarabia, a orillas del Mar Negro, era parte de Moldavia, y como Valaquia y Transilvania, todos estados vasallos del Imperio Otomano.
En 1807, Napoleón y el Zar Alejandro se encontraron en Tilsit, una localidad cercana a la actual Kaliningrad, la antigua Königsberg de Immanuel Kant. Napoleón había hecho cocinar a los pasteleros reales una exquisita torta cuya forma representaba el Continente Europeo con todas sus cordilleras, penínsulas, cabos y otros accidentes geográficos. Luego de unas agotadoras horas de discusiones a solas donde se acordó que Napoleón podía considerarse dueño absoluto de Europa Occidental y que a cambio de ello, Alejandro haría lo que quisiese con el Imperio Otomano, ambos sellaron el acuerdo comiéndose los pedazos de torta que a cada uno le correspondía.
Napoleón, sostienen sus biógrafos, no tenía la más mínima idea de donde quedaba Besarabia, un término que le sonaba a médanos, camellos y oasis en el Sahara, y por eso aceptó gustoso que Alejandro la tomara para sí con crema y merengue.
Fue así como Besarabia pasó al dominio de la Madre Rusia. Pero sucedió en 1812, luego de la derrota francesa en el río Berezina y porque nunca hay que creer las promesas de un corso. Algo histérico, cuentan los historiadores, Alejandro (que temía a Napoleón) ordenó a sus generales que se la comieran de un solo bocado.

Es famosa en toda Europa por sus hermosas mujeres de ojos oscuros. Y también por sus mosquitos, de tamaño descomunal. Algunos creen que fueron esos mosquitos los que hicieron correr por el mundo el mito de Drácula y los vampiros humanos.
Nos dice un ciudadano besárabe, hoy República de Moldavia:
- ¡Créame, aquí los mosquitos son tan grandes como los patos del Danubio!
También hay una cuestión lingüística de por medio. Como todos sabemos, "agosto" designa al estío europeo. No hay lluvia, viento y frío en el agosto del hemisferio norte. Y como verbo en castellano, "agostar" equivale a achicharrarse de calor y morirse de picaduras de mosquitos.
Por un conocimiento ancestral, los besárabes tomaban caña con ruda, a la que allá denominan uda
y váyase a saber cómo se pronuncia eso.
El conocimiento ancestral o pensamiento mágico es una acumulación estadística trasmitida por tradición oral que comenzó, creemos, cuando un besárabe ebrio de caña con ruda creyó ver que el mosquito que lo había picado se suicidaba arrojándose a las procelosas aguas del Mar Muerto. Luego de la curda se lo contó a sus familiares y vecinos, y estos a los suyos, y tan impactante fue la noticia, que se terminó trasmitiendo de generación en generación. No siempre sucedía así, pero si un porcentaje razonable de individuos picados que además habían tomado caña con ruda corroboraban que los mosquitos de Moldavia se suicidaban, estaban dadas las condiciones objetivas y subjetivas para que se convierta en costumbre de uso nacional.
Y así fue como una medicina estival devino en tradición invernal. Imagínense que en esa época no existían los robots electrónicos que compró Diego Santilli para acabar con los mosquitos.
La trajeron aquí unos inmigrantes besárabes que llegaron a Argentina traídos o arrastrados por los vientos vindicatorios del stalinismo. Algunos se dispersaron por la provincia de Corrientes, otros se alojaron en Buenos Aires y -momentáneamente olvidados de la costumbre- se dedicaron a cultivar el intelecto.
Los nuevos correntinos besárabes se confundieron enseguida con otras minorías nacionales, y advertidos de que la ruda es, como la soja, un yuyo que crece libremente en toda la mesopotamia argentina, inconscientes de que estaban protagonizando un acto de verdadera trasculturación, comenzaron a repetir que ese brebaje inmortalizaba, al menos durante el húmedo mes de agosto, del uno al treinta y uno, a los gerontes achacados.
El Festival de Cosquín aportó el resto, nacionalizándolo, cuando, sobre el escenario, Pocho Roch cantó: (obsérvese el uso simultáneo de términos guaraníes y besárabes)





  
Para agosto caña con ruda
Valetón agreste de lunas
Tutiá, pichana y barro,
Madrugada de lagunas

Con tu pala terrón de soles
Taipa y siembra de septiembre
Arrugado sobre el monte
Caraí octubre llueve.
Taipero poriajhú
Domingo largo
La noche va llegando
De otros pagos

Se cimbra el arrozal
Lorada y parva
Galleta chicharrón
Mate y cigarro.

Para marzo es tiempo de corte
Corazón de viento norte
Cosecha guayaca llena
La bailanta y polvareda

La luna es un camalote
Que florece en cada aguada
Tu sombra vuelve silbando
Orillando la alambrada.

Taipero poriajhú
Domingo largo
La noche va llegando
De otros pagos

Se cimbra el arrozal
Lorada y parva
Galleta chicharrón
Mate y cigarro.



Otros antropólogos, como Arthur Marie Levy Strauss de la universidad de Pennsylvania, señalan que la caña con ruda también era utilizada en Besarabia para rejuvenecer a las mujeres, o como pócima para atrapar hombres. ¿Verdad o ficción?

5 comentarios:

León Stofenmacher dijo...

Interesante nota. Estos de Besarabia se le anticiparon a los correntinos...

HUINCA dijo...

pensaba que besarabia era una manera de tratar de intimar, ósculamente, con los países del golfo. Me pregunto entonces: ¿son rudas las mujeres de besarabia? ¿Se las puede besar? ¿Hay que meterles caña? ¿Son mejores las mujeres de Moldavia, que son, ejem, más amoldables, y por ende menos rudas? ¿Les siguieron la corriente y por eso, por una confusión lingüística terminaron en corrientes? Estoy en un mar (negro) de dudas...

Jorge Devincenzi dijo...

Es muy notable que exista un país europeo llamado Basarabia donde se habla turco y la religión dominante es judía.

HUINCA dijo...

también es notable que acá haya cientos de miles (no sé si millones) de personas a las que llamamos turcos y practicamente ninguna lo sea, sean sirios, libaneses, etc, y que los judíos turcos sean en realidad sefaradíes, useasé, españoles... mucha migración, conquista y desconquista por aquellos barrios, que se refleja en las denominaciones que llegaron acá a principio del sXX. De hecho, ves restaurantes árabes-armenios, y ambos pueblos tienen en común que odian a los turcos... (junto con los griegos)

Jorge Devincenzi dijo...

Por si no lo leíste, Huinca, hay un excelente libro, "La máscara de Dimitros", de Eric Ambler, que describe muy bien las matanzas de turcos contra griegos y armenios...

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