sábado, 21 de abril de 2012

EL MUNDO, EN MANOS DE UNOS CUANTOS LOCOS CON CARNÉ



Alrededor de las 2 de la mañana a del 22 de mayo de 1949, James Vicent Forrestal, Secretario de Marina de los EEUU y próspero banquero, se arrojó al vacío desde una pequeña ventana del piso 16° en el Hospital Naval Bethesda, ubicado en Maryland, EEUU.
No padecía una enfermedad terminal ni lo había engañado su esposa ni estaba deprimido: acababa de descubrir que una división aerotransportada rusa, dirigida por el teniente coronel Zukov, rodeaba el hospital con el fin evidente de eliminarlo (por orden directa de Stalin) para luego imponer el socialismo soviético en el paraíso capitalista.
Forrestal, pensó, era el único obstáculo que se interponía a la victoria del comunismo y no iba a entregar al enemigo los secretos mejor guardados de la US Navy. 
Luego llegaron otros locos, como Richard Nixon, involucrado en la extraña muerte de Harry Dexter White. 
White no era uno de los plomeros de Utah que -según el ex-secretario del Tesoro Paul O'Neal, pagarían la deuda externa argentina- sino el representante del gobierno de EEUU que impidió el triunfo del plan de John Maynard Keynes para constituir un Fondo Monetario Internacional sin hegemonía del dólar. 














Años después, el director de cine Stanley Kubrick llevó a la pantalla "Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb", también conocida como Dr Strangelove, film en blanco y negro en el que Peter Sellers hace tres personajes simultáneos. 
Pero acaso más singular que Sellers es Jack D. Ripper (pronúnciese Jack the Ripper, Jack el Destripador), general de la Fuerza Aérea (interpretado por Sterling Hayden), quien se atrinchera en una base militar para defender a EEUU de la más siniestra y retorcida de las conspiraciones soviéticas: convertir al comunismo a los norteamericanos a través del flúor agregado al agua. 


Todos quienes estaban involucrados en la fluorización (para combatir las caries dentales) eran conspiradores comunistas, había concluido Ripper, a quien vemos arriba mientras explica su teoría al capitan Lionel Mandrake (Peter Sellers).


En honor al suicidado Forrestal, un portaviones fue bautizado con su nombre por el gobierno de los EEUU. 
La división blindada rusa finalmente no ingresó al hospital Naval, por lo cual no tuvo oportunidad de presentar armas a lo que quedaba del Secretario Forrestal. 



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