sábado, 1 de agosto de 2015

EL "FEROZ" ESTATISMO KIRCHNERISTA





Hoy en día, los conservadores ponen el grito en el cielo por la mera existencia de dos empresas estatales: Aerolíneas Argentinas-Austral e YPF. Esta última, una empresa de derecho privado con mayoría accionaria en manos del Estado. Es que son un bocado suculento.

Dos empresas.

¡Dooooos!
En la lejanísima posibilidad de que el conservadorismo gane las elecciones manteniendo la promesa, (tan lejano que gane como que cumpla) aplicará sobre ellas la “privatización periférica”, política creada por Martínez de Hoz.

Paulatinamente -imaginan- se privatizarán el servicio de catering, la conducción de los aviones y la extracción en los pozos, los simuladores de vuelo, etc., hasta hacerlas inviables de modo tal que en algún momento del futuro no quede otro remedio que privatizarlas por moneditas.

Nadie puede acusar a este gobierno de “estatista”.

Se ha restatizado lo que los particulares abandonaban: Thales (Thomson), Correo (Macri), Aguas Argentinas (Suez), Fábrica Militar de Aviones (Lockheed-Martin). Y hay participaciokn minoritaria en medio centenar de grandes empresas privadas administradas por el Fondo de Sustentabilidad.
Respecto a Aerolíneas e YPF, porque su control estatal es estratégico para el país y los empresarios privados (Marsans en un caso, Repsol en el otro) las habían quebrado. 
Lo que parece demostrar que Cristina Kirchner aprendió de errores pasados (cometidos por otros). Como que Papel Prensa no sea estatal, por ejemplo.


Tampoco Perón fue “estatista”. 
Fijensé que ha sucedido en los últimos 40 o 50 años.

Leemos en “El Estado empresario en la industria argentina” de Belini y Rougier, pág. 169: “Luego de la caída del peronismo en 1955, las ideas liberales y antiestatistas nutrieron buena parte de la políticas desplegadas por los equipos económicos de los sucesivos gobiernos. Sin embargo, aún cuando se intentó limitar su intervención, el Estado tuvo un poder cada vez mayor en la economía. No solo se creó en el período una importante cantidad de empresas públicas; también el Estado fue adquiriendo capacidad para infiltrarse... en muchas empresas privadas, y en ciertos casos dirigió sus destinos en forma directa”.

Anteriormente he subido la lista de las empresas públicas estatales (unas 900) existentes en 1976 según la ultraliberal FIEL, de las cuales sólo una pequeña parte (no más de 100) existía durante los años del peronismo, muchas de ellas –más de la mitad- de propiedad alemana retenidas durante la guerra, una situación que derivó en la creación del Club de París durante el frondizismo.

Además, el ex-Banco Industrial y la ex-Caja de Ahorros, ambas de propiedad estatal, sostenían financieramente a otras 500 empresas.

Ya relaté los casos de Grimoldi, Di Tella y Biolcati Magnasco, que florecieron a costa del Estado. Las deudas que estas empresas tenía con el Estado desaparecieron mágicamente por incendio de los archivos del Banade en 1992, un hecho que obviamente nunca se aclaró. Que quede claro: de esas deudas no quedaron rastro.



En síntesis, si durante el gobierno del “estatista” Perón había unas 100 empresas públicas de bienes y servicios básicos, los privatistas sostuvieron más de 1.400, casi todas de bienes de consumo final. Durante la dictadura cívicomilitar y el menemismo, muchas fueron privatizadas o liquidadas. 
El alfonsinismo finalmente redujo a 8.000 los kilómetros de vías férreas , de los ¡52.000 kms existentes durante el peronismo!  
Los jóvenes que visitan Purmamarca o Tilcara deben creer que fueron los marcianos los que construyeron estaciones ferroviarias en esas localidades jujeñas aunque no corre un tren desde hace tiempo, tanto que ya casi nadie lo recuerda.
Y ahora los mismos conservadores se rasgan las vestiduras por ¡DOS EMPRESAS!


Entre las creadas por Perón estaba la Flota Mercante del Estado, que ya no existe. Hoy el transporte marítimo de contenedores enarbola bandera liberiana o panameña. No es que para formar la flota estatal se hayan despilfarrado las barras de oro atesoradas en el Banco Central, uno de los argumentos preferidos de los conservadores: todos los barcos de la Flota eran de bandera alemana y, anclados en puertos argentinos, habían sido incautados como “propiedad enemiga”. Y unos pocos barcos de Dodero. Hoy no habría con qué recrearla. 
Escuchen, miembros sobrevivientes del PC: alemanes, propiedad del enemigo. Y eso que Perón fue agente nazi.

Lo significativo es develar por qué los estatizantes privatizadores acusan al peronismo de estatista.

Porque el rol del estado es estratégico para definir el rumbo de la nación. Por algo, Videla tomó el poder en 1976 y dio el manejo de la economía a Martínez de Hoz, política que completó el menemismo con apoyo electoral.


Agrego dos situaciones poco conocidas de “Estado liberal”, que no es nada prescindente: por el contrario, es muy activo en sus políticas privatizadoras:

Durante la década del ’30 del siglo XX, los conservadores, es decir, el poder vacuno tradicional, la oligarquía, creó Juntas Reguladoras para intervenir en las economías regionales y contribuir al proceso de concentración: junta reguladora del vino, de la yerba mate, del algodón, del trigo y otros cereales.

Dejó de funcionar “el libre juego de los mercados”. Esa regulación estatal servía a los intereses de los grandes propietarios, los grandes bodegueros, dueños de ingenios, estancieros.

Perón utilizó esas Juntas y las dio vuelta como una media, poniéndolas al servicio de los intereses populares. Esas fueron algunas de “las conquistas sociales que Perón ha establecido” y que los trabajadores salieron a defender el 17 de octubre de 1945. Otras fueron el aguinaldo, las ocho horas de trabajo, el descanso dominical, la sindicalización, la industrialización sustitutiva, la reactivación del mercado interno. Estas políticas inclusivas tuvieron y tienen un núcleo: privilegiar al ser humano por sobre los mercados.



Otra situación silenciada: en la misma época se construyeron caminos (redundantes) paralelos a las vías férreas con diseño de telaraña y centro en Buenos Aires, el puerto. 
La mitad de los argentinos, los que se lo preguntan, no debe saber que esto fue obra de la Década Infame. El Estado le había donado a los FFCC ingleses no solo una ganancia garantizada del 7% anual sino 4 leguas de tierra al costado de cada vía férrea. En esas tierras se abrieron los caminos.
Las dictaduras de la época los abrieron porque, sin abandonar a los ferrocarriles británicos, se promovió la destilación de naftas así como el armado y uso de automotores, sobre todo camiones, de origen norteamericano.  

El ingreso a Argentina de Exxon Mobil (antes Esso), Ford y Chevrolet fue una lucha disimulada entre un poder mundial que se caía, el británico, y otro que surgía, el norteamericano.

Fue cuando Federico Pinedo (tío abuelo del actual) propuso por primera vez la estatización de los ferrocarriles británicos. Los ingleses que Pinedo tan bien representaba pretendían hacer un buen negocio con las líneas férreas imitando, (vaciándolos antes de su entrega), la mecánica del préstamo de la Baring Brothers tomado por Rivadavia donde, como se sabe, las Provincias Unidas recibieron solo una mínima parte de lo pactado y el grueso del préstamo quedó en manos de bancos e intermediarios.

Se rien de nosotros. Macri cree reirse de nosotros, el muy pelotudo. Pero este es el rumbo de la Argentina, el del movimiento nacional en acto.
Desaprendamos lo (mal)aprendido.Cristina lo ha aprendido.


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