domingo, 30 de mayo de 2010

Guillermo Moreno en la mira de van der Kooy por Papel Prensa

A falta de otros temas para esmerilar al gobierno, Clarín y La Nación se dedican hoy, domingo, a especular sobre cómo capitalizará "el matrimonio" (definición preferida de Van der Kooy) los festejos por el Bicentenario.
"Se descubrió un mecanismo de movilización y lo van a aprovechar" le hace decir Mariano Obarrio de La Nación a una eventual "fuente oficial", aunque no se entiende por qué la supuesta "fuente" no se considera personalmente involucrada con la primera persona del plural y no la tercera, el Otro.
El mecanismo descubierto supone que se usará Fuerza Bruta para cada acto partidario, o que se celebrará un Bicentenario mensual, o algo así. 
Porque toda esta crítica es algo así.
Van der Kooy afirma sin inmutarse: "Hubo fiesta, pero hubo también armonía y tranquilidad", como si ambas cosas fueran antagónicas. Retoma así, cuidándose de mencionarlo, el último desatino psicótico de Carrió, para quien los festejos en paz son inversamente proporcionales a los tiempos de crisis, es decir, cuanto peor, mejor. y cuanto mejor, peor.
Luego, el periodista que jugaba al tenis con Massera aventura una hipótesis sociológica: le encuentra un sentido (sic) "extrañamente nacional" a los festejos. Y muestra su cuatro de copas: "ninguna crisis política, como la que arrastra la Nación desde 2001...", colige, y uno lo ve sonrojándose sin pudor mientras tipea, si es él quien escribe los editoriales de Clarín. O sea, estamos en crisis desde 2001 y antes no.
Adentrándose en el texto selvático del editorial, el periodista que jugaba al tenis con Massera en las canchas de la Esma continúa con el divague seudosociológico afirmando que "la sociedad sólo estaba atenta al entretenimiento y la excepcional oferta artística", aunque la sociedad no es tal, en definitiva, porque "predominaron los militantes kirchneristas". "algo que Macri no le pudo garantizar en el Colón porque los militantes kirchneristas no son afectos a La Boheme o a El Lago de los Cisnes, ambos dos, hay que reconocerlo, interpretados en formato sintético porque lo importante, en ese show, era mostrar las joyas, repetir que "todo es divino" y escuchar al bobito De Pineda repetir "que lo disfrute" hasta el hartazgo.
El periodista que jugaba al tenis con Massera en las canchas de la Esma y siempre se dejaba ganar se siente lastimado por el desprecio a "las investiduras" de Carlos Menem, Duhalde, De la Rúa, Rodríguez Sáa, los que hundieron la Nación. No pareció necesario que Cristina haya danzado, escribe despectivo, aunque no publicó lo mismo cuando uno proclamó el fin de la corrupción, otro prometió devolver dólares, el otro aseguró la convertibilidad y el último declaró alegremente el default.
Aventura, el periodista que jugaba al tenis con Massera en las canchas de la Esma, siempre se dejaba ganar y sabe que pasó con Elena Holmberg, que los Kirchner "no han sido eficaces intérpretes de las expresiones colectivas" y que pese al "ostensible desagrado social, el conflicto con el campo les abrió una enorme brecha con la comunidad". Algo que parecen desmentir las encuestas menos amigables.
La frase central de la editorial de hoy, en Clarín, firmada por el periodista... etc, y también sabe qué sucedió con Sajón y con los integrantes de cierta revista propiedad del (asesinado por la marina) empresario Branca en la que también escribían Heriberto Kahn, Carlos Floria y Mariano Grondona es la que sigue:
"¿Habrán comprendido, entonces, el sentido de la esquela que la sociedad despachó en el Bicentenario? Hubo apresurados (¿se refiere al diario La Nación?) que vaticinaron cambios y que hablaron, incluso (sí, se refiere al diario La Nación) sobre la chance de que rodara la cabeza de Guillermo Moreno". Fin del párrafo.
Lo de la esquela es un modo eufemístico de decir ad-ver-ten-cia.
La centralidad atribuída a Guillermo Moreno, un personaje de segunda línea en el gobierno, es asombrosa.
La respuesta a todo ese entrevero incomprensible está acáMoreno está investigando el origen espurio de Papel Prensa. 
Veamos la cuestión en un pantallazo: en 1969, el dictador Onganía crea el Fondo para la promoción del Papel de diario y Celulosa, a fin de disminuir el costo de papel continuo que se compraba a Finlandia. Con ese fondo, administrado por el Banade, se construye la planta de San Pedro. La dictadura emite acciones en el mercado bursátil y se presentan dos oferentes: el grupo Civita de Editorial Abril y el grupo Graiver. David Graiver era un banquero dueño del Banco Comercial de La Plata, amigo de Gelbard. Lo que no le impidió contribuir al financiamiento del Gran Acuerdo Nacional de Lanusse y también del Frejuli. Ese estilo de poner los huevos en distintas canastas produjo una violenta lucha entre el general Camps y Lanusse cuando el primero acusó en un libro al Cano y al Manrique de haber transado con los Graiver y luego, con los montoneros.
Cuando la fórmula Cámpora-Solano Lima gana el gobierno en 1973, una medida administrativa del ministro Gelbard desaloja a Civita de Papel Prensa, y Graiver se queda con la torta.
Los herederos de David son secuestrados por la dictadura, y en esa condición transfieren el paquete accionario de Papel Prensa a Clarín y La Nación. 
No es que no haya pasado nada en el medio: también fue secuestrado el directorio del Banco de Hurlingham de los Graiver, el del grupo Chavanne que quería comprarlo, y los mismos administradores que había puesto Martínez de Hoz, como Aurelio Cid (que reemplazó a Casariego de Bel en la Dirección de Inversiones Extranjeras luego que este fuera asesinado) y el maserista García Mansilla, gerente del banco, que sigue vomitando hiel aquí sin entender nada, porque a él lo secuestró el ejército legal y no la subversión apátrida.
Sería interesante develar el papel de Massera en esta transferencia, porque el periodista..., etc., sabe también que pasó con el señor Ianover, testaferro de los Graiver. Y sabe si Clarín y La Nación pusieron un peso para quedarse con Papel Prensa, o si acaso, sus inversiones fueron financiadas con un préstamo del Banade que nunca pagaron. 
Un manto de olvido sobre este traspaso es lo que pretende tender el periodista independiente que jugaba al tenis con Massera.
Aunque no siempre se advierta, el tema Papel Prensa es una batalla decisiva y la cosa recién comienza. Tarde o temprano se vendrán los gritos plañideros sobre la "seguridad jurídica". Lo que no se sabe es cuándo el gobierno dirá basta.

No hay comentarios:

Archivo del blog